Son deformes estatuas del pecado.
Muchas noches tus sueños han quedado
vaciados de aprehensión y de derroche.
El pecado, victoria de la nada,
es eterno (magnífico el tropiezo).
Todos gritan y nadie queda ileso
de ese ruido. La noche no es callada.
Si se mueren los niños, ¿qué nos queda?
Si es violento el destino, ¿qué tenemos?
Dios lo sepa, nosotros no sabemos:
una manta liviana hecha de seda
que nos ata a las grietas de la vista;
es la manta de un dios fiel y nihilista.
Glauco