Presentación

Presentación

jueves, 31 de mayo de 2018

Las lágrimas del sol

Encendiendo del dios Apolo el fuego
despojas a los bosques de frescura
despojando del agua a la llanura
impidiendo que se convierta en riego.

Dibujas dunas de aire en el desierto
y difuminas lluvias en la selva.
Tú no te vas aunque la lluvia vuelva
ni borras tu dibujo en campo abierto.

Los besos ante tu exceso se agrietan,
ya no saben a sal, saben a tierra;
los besos ya no cantan a la sierra.

Las gotas del sudor su flujo aprietan;
llora la piel por no sudar de amor.
Las lágrimas del sol destilan calor.


Talio




miércoles, 30 de mayo de 2018

Lunita

Te escondes tras de la cobija
brumosa que da la nube.
La mar se baja y se sube
ante tu mirada fija.

El calor te palidece
y te llena de contraste,
el firmamento blanqueaste
con tu rostro que florece.

Florece como las damas:
siguiendo un ciclo marino;
se pueden hacer racimos
para iluminar las camas.

Por la noche ruborizas
la sombra del aposento,
la del parque y el convento,
la del rezo y la caricia.

Siendo varias eres una:
roja, blanca, menguante.
No importa cómo te llame
tú eres belleza, eres luna.


Talio



martes, 29 de mayo de 2018

La soledad

¿Dónde está el soplo que me sopla?
¿Dónde está el soplo? No lo veo.
Sólo siento la invisible boca
inhalando y exhalando el viento.

¿Dónde está el árbol de donde ha caído
una hoja de entre muchas hojas?
Sólo veo el compás del vals reñido
de los vientos con las hojas locas.

¿Dónde está la gota de la brisa?
¿Dónde está la gota que no baña?
Sólo siento que me toca el agua
clara, tan clara, que ni se mira.

¿Dónde está la razón numérica?
¿Dónde está la recta analogía?
No veo sino a la matemática
que intenta dar razón a mi alegría.

¿Dónde se escondió el canto del grillo?
Tras la brisa y el de la cigarra;
suena la brisa mientras desgarra
el humo oculto de un cigarrillo.

¿Dónde está el césped bautizado?
¿Dónde está la nuez que yo he nombrado?
El césped se perdió, no lo han podado,
y la nuez adorna un guisado.

¿Dónde está el gusano que en la manzana
dejó un hoyo, mal sabor, y nada?
Se perdió en un alusín de sidra,
sin sueño, sin propósito, sin vida.

¿Dónde está la otra pregunta hecha,
no la del lugar, la de la esencia?
Desapareció como la flecha
que sin ser un boomerang regresa.

¿Dónde dejó el tigre su huella?
¿Dónde abandonó a su cachorro
la tigresa? No ha sido ella,
ha sido él mismo y su eterno amorro.

¿Dónde cayó el remo de la balsa
vieja? No flota, ni se hunde, no:
seguramente la vida no le alcanza,
por eso al ser inútil no se hundió.

¿Dónde me ocultaste la tristeza?
¿Dónde arrojaste la pesadumbre?
No lo sé pero siento una fuerza
que no vive ni vivir quiere.

¿Dónde van hambrientos los yacarés?
¿Dónde llega a morir el salmón?
El hambre da de la cabeza a los pies,
no está pero se siente como el amor.

¿Dónde guardaste esa mirada
proferida desde lo profundo
de mi ser, de mis ojos, de mi alma?
En lo más recóndito del mar hondo.

¿Dónde se quedó el suspiro tenue
de una novia que sin porqué lloraba?
Entre un gemido, seguramente,
y un sollozo distraído por el alba.

¿Dónde fue a parar la voz gastada
del canario corista del jilguero?
Se perdió en el aullido de la prava
nocturna, inquieta por el mortero.

¿Dónde está aquello que me robaste?
¿Dónde dejaste lo que más anhelo?
En el pórtico y por todo el suelo,
deshecho por la mano del desastre.

¿Dónde se supone que me asome
al no sentir la nada a mis espaldas?
Todo está detrás de una mirada
odisea, glauca, proteica, deforme.

¿Dónde van un beso y un abrazo?
¿Dónde van las piernas y las manos?
¿Dónde va la fuerza del ocaso
cuando por la noche nos amamos?


Talio




viernes, 25 de mayo de 2018

La dama que quiero

Había una vez un chiquillo
inquieto espiando a una dama
que detrás de su ventana
se cobijaba del frío.
La ventana se hizo agua
y en ella bañóse el niño
un momento y confundido
volvió a mirar a la dama.
Ella también lo miraba
con inquietantes luceros,
lo miraba con esmero
y bañada de ventana.
Una humedad casquivana
no se hacía uno con el aire,
pues el agua era más limpia
que el rocío de la mañana.
Era el agua de sus ojos
vueltos a mirarse siempre
en el pasado y presente,
en el futuro de todos.
Pasó el día para el chiquillo
y volvió hasta aquella casa.
Si pudo hacer que la dama
transformáse sus latidos,
por la mirada de un niño,
además de su ventana,
podría ahora el chico, en la puerta,
espiar por una rendija
a la chica que quería,
chica verdadera y cierta.
Cuando la puerta le abrieran
y se brotaran las fuentes,
cuerdos y también dementes
amantes por siempre fueran
el chiquillo inquieto, espía
y la dama que quería.


Talio





jueves, 24 de mayo de 2018

En tu boca

Boca que en mi boca dejas
una boquita fantasma,
boca que te me paseas
en la boca donde plasmas
un beso de mil maneras:
cientos de miles de besos.

Una boca que alardea
la lascivia y el deseo,
boca que en la boca lleva
un amor blanco y sincero.

Sin boca mejor me muero.
Por favor ven, dame un beso.

Boca que sabes a boca
y en el sabor me has dejado
un chocolate, una rosa,
un terreno desajado.
Un sendero enmudecido
y un horizonte gritón
forman tu boca lunera
que en otoño y primavera
me obsequia besos de amor.

Una vez muy generosa
de marfiles y salivas,
me murmura y me grita
una canción poderosa,
lúcida, muy entusiasta,
Tú voz y un beso me bastan.

Boca roja de pitaya,
tu dulzura se derrama
sobre el césped y la baya,
sobre la sombra y la hamaca.

Me he imaginado tu boca
cómo la boca del mundo,
en tu boca se me evoca
el cariño más profundo.
Sin ti no quiero ya nada,
no quiero ni imaginarme.
Quiero tu boca en mi boca,
quiero a ti sola, a tu boca.

Boca, boca, boca, boca,
te menciono y te beso
y te beso y te menciono.
Boca, boca, boca, boca;
beso, beso, beso, beso.


Talio




miércoles, 23 de mayo de 2018

Miedo mío

Nunca se ve a la flor
temblar ante la tromba
pues conoce el rocío.
El rocío le dio amor
estallando una bomba
en la  hoja, en el pistilo.

Cuando sopla el viento
el fuego no se esconde,
se vuelve más intenso.
Encuentra el momento
para volar por donde
su ser es menos denso.

Hay agua y hay fuego
que dan miedo y no tienen
miedo de estarlo dando.
El hombre está en juego:
cuando el fuego le encienden,
el agua lo va ahogando.

(Vive hermano,
vive amigo,
sin el miedo
siendo abrigo
de tus manos,
de tus actos.
El miedo es perdición,
sustituye al corazón.)



Talio




martes, 22 de mayo de 2018

De invierno a primavera

Envuelta en primavera
me bañas de verano.
Me lavas con la cera
de abeja, y el rebaño
de huellas de tus manos
se pierde en la ladera
del monte en luna llena;
paisaje bello y llano.

Lleno de calentura
yo busco entre tus labios
que tras tu dentadura
tu lengua y sus espasmos
bailaran unos pasos,
una canción tan pura,
tan tenue, tan esquiva,
que esté por todos lados.

Lleno de agua de lluvia
tengo piel de tormenta
(torrente: sangre y furia),
y alma que se apacienta.
El arcoiris se encuentra
tras la grieta escondida,
no en el cuerpo, en la vida,
en el pueblo, en la selva.

Descubierta en invierno,
cómo el otoño soplas
el canto de un cuaderno
de versos y de coplas
surgidas tras las copas
del manantial eterno,
del hielo frío interno;
paisaje que provoca.

Sin la temperatura
qué apacienta mi fuego,
yo busco una llanura
para enterrar mi ego.
Sin ayer y sin luego
me miras a la altura,
viendo así la llanura
cómo añejo andariego.

Sin abrigo y sin ropa
arde en mi ser la nieve,
arde mi alma en tu boca,
tu garganta se muere
y habla lo que no puede.
La nieve no derrocha
ni apaga las antorchas,
espera lo que viene.




Talio





lunes, 21 de mayo de 2018

Al falso vuelo verdadero

Abre las puertas de tu laberinto:
un nuevo mundo, un nuevo derrotero;
abre para mis pasos el sendero
de la carne, del amor, piel e instinto.

Atrápame en el centro de tus garras,
con la fuerza descomunal de un oso
apriétame en el seno poderoso
de tu mano: amarra entre las amarras.

Abre la mano y suelta al Minotauro,
que con su bestial furia me consuma
entre saliva y sangre, entre la espuma

rosada, hirviente —salvajismo raudo—
y tierna, bañadora de deseos,
de ser del laberinto de tus reos.


Cierra mis ojos con dulzura buena.
No me dejes temerte ni me dejes
sufrir por tus labios cuando te alejes.
No me dejes a la de la cena.

Libérame cuando el no derrita
las alas que de cera has inventado
para dejarme volar a tu lado
en un sueño que para mí fue cita.

Cierra tu corazón conmigo dentro,
qué mi respiración bombee por siempre,
qué le dé vida a tu cuerpo inerte,

apasionado tu ser desde el centro.
Sé mi amor libre y sé también custodio,
sé mi bien, sé mi amor y sé mi odio.



Abre el pecho como se abre el pétalo
liberando el polen, también la sangre
rociando al colibrí en la flor que se abre,
colibrí que se abre como Dédalo

en el cielo, en la planta, en el mundo,
en todo aquello cuanto está existiendo
y no mira el espacio ni el tiempo,
no mira que es superfluo lo profundo.

Abre el mar en un buen aterrizaje,
qué el calor de las alas no te frene
y que tú corazón frío no se llene,

no se quede solo ni se relaje.
Siempre activo, siempre en un alto vuelo,
ábreme tu ser para ser yo nuevo.



Cierra la boca y besa mi mejilla,
adórnala de amor ruborizante,
cálido, sincero, inolvidable;
amor, amor, amor, de una chiquilla

con semblante tierno, a veces pícaro,
con juventud, con sueños y añoranza;
contagia el corazón de una esperanza
falsa y verdadera, tal cual Ícaro

volando por un cielo verdadero
con el ingenio que creó las alas
de cera y de alambre pero falsas.

Sin vuelos y sin sueños yo te quiero.
Se abre y cierra mi boca al pronunciarlo,
abro por ti el pecho para cerrarlo.



Talio




miércoles, 16 de mayo de 2018

Madrigal cazador

Siento cosquillas en el cuerpo
y no es un movimiento eléctrico
ni un movimiento muy nuevo
el que me convierte en colérico.
Eso que yo estoy sintiendo
no sé qué es pero lo estoy viendo.

Más que buscarte yo busco
la manera de mirarte tanto,
tanto que se vuelva mucho
y al ser mucho no se sepa cuánto;
no te busco a ti pues antes
te he encontrado entre los caminantes.

Quiero tener buen aroma
para que respires en conjunto
cada acorde, cada nota:
aroma de Dios y el hombre juntos.
Quiero ofrecerte mis manos,
qué al chocar sudan perfume humano.

Tu cabello: la tormenta
de rayos negros y lluvia helada
me evapora, me calienta,
me seca, me inspira, me descarga.
Tus labios se han convertido
en refugio de mi ser de niño.

He perdido la mirada;
no me atrevo siquiera a mirarte,
no me atrevo pues no hay nada
que con mirarte pueda decirte.
Temo que me veas impuro,
que me mires y me encuentres duro.

Prefiero creerte diáfana,
tal como la Diana Cazadora,
que con arco y flecha ufanas
anda desnuda y encantadora
llevándose animales
para cuidarles de los pesares.

Miro y miro tu camino
oscuro, misterioso, intacto,
estrecho, delgado, fino
y sé que no puedo caminarlo.
Iría gustoso a tu lado
aunque con otro vayas andando.

Soñaré con serte digno,
soñaré con seguirte mirando,
seguiré viendo tu signo,
seguiré, al mirarte, soñando.
Aunque te miro y te pienso,
me niego a mí mismo lo que siento.



Talio