Presentación

Presentación

jueves, 30 de abril de 2020

¡Qué pregunta!

¿Cuántas veces hicimos el amor?
Ni siquiera una sola vez recuerdo.
Recuerdo, alguna vez, desee tu cuerpo,
recuerdo alguna vez sentir calor. 

Recuerdo tu sonrisa complacida,
complaciente recuerdo tu sonrisa.
Recuerdo tu encrespar y tu piel lisa
borrando las texturas conocidas. 

Hicimos los recuerdos del presente
y del presente hicimos el pasado.
¿Somos ayer y hoy enamorados? 

No sé si te recuerdo o me recuerdes,
mas sé que ha tanto tiempo no he olvidado
haberte hecho el amor y a ti a mi lado. 




Toqué tus manos frías, tus pies descalzos,
tu lengua, tu pelo y tu dentadura,
tu espalda, tu cadera y tu cintura,
tus pechos, tus mejillas y tus brazos. 

Besé suspiros vueltos en gemidos
sobre y debajo de tu propios besos.
Sentí en el ritmo mío muchos tropiezos
hechos una unidad con tus latidos. 

La inspiración tiene sabor a orgasmo.
Efímeros momentos de placer
que no saben del hoy o del ayer. 

El tiempo se convierte en un espasmo
y en la memoria pierde su valor
cuántas veces hicimos el amor. 

Glauco

miércoles, 29 de abril de 2020

Alegre

El mundo es bocanada de alegría
oculta entre las sombras del sentido,
se siente lo sentido confundido
entre fuerza potente y energía. 

Alegres la mañana y las ardillas,
mañana de lo eterno del planeta.
Alegre el corazón de amor poeta,
de amor encantador de maravillas. 

El mundo alegre alegra el corazón,
el corazón alegre alegra el mundo,
el corazón del mundo vive alegre.

Oculto el corazón de la razón,
razón de la alegría de lo profundo,
se gesta en lo profundo de un vientre. 

Glauco

martes, 28 de abril de 2020

Algo

Algo de amor,
algo de pasión.
Algo de amor,
algo de dolor,
se va
por donde llegó.

Algo de amor,
algo de calor.
Algo de amor,
algo de ilusión,
se va
sin explicación. 

Algo siempre se va,
algo siempre está,
es la sensación.
Algo se quedará,
algo siempre será,
nuestra situación. 

Algo de fe,
algo de mi ser.
Algo de fe,
algo de placer,
se va
sin darnos saber.

Algo de fe,
algo del querer. 
Algo de fe,
algo de crecer,
se va
y vuelve a nacer. 

Algo siempre se va,
algo siempre estará,
será fe y amor.
Y aún sea solo algo,
un suspiro un trago,
nos dará razón. 

Algo de fe,
algo de amor. 
Algo de fe,
algo de amor
estarán
dándonos razón. 

Algo de amor,
algo de fe.
Algo de amor,
algo de fe
darán 
razón y placer. 

Algo siempre será
algo que antes no era
es algo que hoy. 
Algo siempre es algo,
y aunque algo es muy poco
es mejor que nada. 

Glauco

lunes, 27 de abril de 2020

Quiero

Yo no quiero lastimarte
pero si tú lo deseas
puedes venir a matarme
hasta que ya no me veas.

Mátame de tu memoria
cuando en los brazos de otro
se desarrolle la historia
de un escondido secreto. 

Mátame discretamente
cuando quieras esconderte
de lesar mi corazón
porque todavía me quieres. 

No temas asesinarme,
que para eso estoy viviendo,
para poder liberarte
de la culpa y el tormento. 

Si en tu vida y tu horizonte
hay daños intermitentes
que duelan como un azote,
no pienses en detenerte,

todo alguna vez nos duele,
y si puedes entenderlo
sabrás que al decir "te quiero"
se dice sabiendo el duelo

de la expresión del cariño.
Tú vive como has querido,
que yo estaré aquí contigo
cuidando de tu destino. 

Llegará el remordimiento
y estarás sola con él,
le compartirás tu tiempo
y él compartirá después

un nuevo amor revestido
del saber de tus agravios.
Ahora será tu vestido
hecho de amores más sabios. 

Y a pesar de la consciencia
el mal estará acechando.
La consciencia no es eterna,
sïempre vuelve llorando. 

Yo también causaré daño
esperando no amarrarte
a mi vida y mi desgarro.
Te haré daño por amarte. 

Quiero que no estés solita
en este mundo fugaz.
Lo que aquí se necesita
es quien busque nuestra paz. 

Y no hay paz más duradera
que aquella que no procura
la libertad verdadera,
la que en el bien no se apura. 

Quiero que hagas lo que quieras,
quiero que vivas por ti,
y si acaso lo permites
poder verlo desde aquí. 

Glauco

domingo, 26 de abril de 2020

El secreto de Simón Hart

Se tiene la impresión, en las más de las veces, que Julio Verne sólo es un novelista de ciencia ficción. La sentencia no es errada y la etiqueta le valió por la fama que adquirieron sus más conocidas obras. No todas están enmarcadas bajo un clima ficticio como figura central, pero con justicia se debe reconocer que la atmósfera de casi todas sus obras lleva ese aroma impregnado.

Una nueva aventura sucede en Ante la bandera, y ésta narra los sucesos trágicos del científico Tomás Roch, en voz del ingeniero Simón Hart. Al recorrer sus páginas nos adentramos en la travesía del paradero del ingenioso invento del científico francés, el Fulgurador Roch. Este personaje cae en la locura, quizá por el desprecio de su país y otras tantas naciones que rechazaron la suma por él consignada para su invento; o también terminó en la demencia por consecuencia de su maravilloso ingenio. Decidir la vía correcta está en manos del lector, y veremos por qué. Verne narra su paso a partir del sanatorio Healthful-House hasta la misteriosas cavidades del Back-Cup en las Bermudas. Pero, ¿y qué tiene que ver la bandera si todo gira en torno a este invento? Hay que ir un poco más despacio y fijar la mirada en ciertas peculiaridades de la novela.

Cuando a Tomás Roch se le encierra en el sanatorio también se le consiga un guardián, Simón Hart bajo el pseudónimo de Gaydón, con el fin de, en uno de sus ataques de cordura, hacerse del secreto del Fulgurador Roch. El alarde por este invento se debe a la magnitud de destrucción que posee. La nación que se apoderara de dicho artefacto se posicionaría como potencia sobre cielo, mar y tierra. Y como a Verne se le ha juzgado profeta de la ciencia, efectivamente alude a lo que nosotros ahora conocemos como la bomba atómica. No es incidental que para desplegar esta historia no toda se narre en tercera persona, sino que la mayoría trascurre por la notas que Simón Hart dejó como testimonio. Este detalle es muy significativo.

La narrativa es importante ya que, por un lado, se puede entender a la obra como toda la serie de eventos a partir del rapto de estos personajes de Healthful-House hasta su llegada a las Bermudas; por el otro, se puede ver como el trasluz de lo que el sentimiento patriótico envuelve de la mano con la ciencia, es decir, el vínculo de lo político y lo humano. El invento por sí mismo no es un arma destructora, es fruto del intelecto de una persona, que bien empleado puede significar avances que aseguren el mejor modo de vida para el hombre. Sobre este tenor hay muchas insinuaciones, pero el protagónico se lo lleva el Fulgurador Roch, pues su capacidad de destrucción se torna equivalente a los límites que un individuo puede llegar a hacer en aras no de su nación, sino de la humanidad.

Esto quizá resulte más claro con un ejemplo que se halla a nuestro alcance: Einstein y la bomba atómica. ¿No fue éste un científico alemán que realizó un arma de destrucción masiva bajo el auspicio de los Estados Unidos?, ¿traicionó a su patria?, ¿vendió su inventó para hacer el bien?, ¿hizo bien en crearlo? Él aduce que firmó una carta al presidente Roosevelt para estudiar la posibilidad de crear la bomba, ya que este invento a manos de los alemanes sería de peores consecuencias. Pero también dice fehacientemente que dependemos por completo de la sociedad en la que vivimos, por ende hay someternos a sus leyes (máxima socrática). Entonces, ¿no debió dársela a los alemanes? Ahí la presunta aporía del sentimiento patriótico que a veces choca con lo humano. 

Pues bien, en el caso de Tomás Roch no hay patria, su odio por ser rechazado lo mueve a realizar este artefacto para sí, bajo una ilusión, ya que es víctima de los planes trazados por su raptor. No obstante nada más sabemos de aquel personaje; en cambio, por el testimonio de Simón Hart sabemos que todas las peripecias que éste realizó para buscar su libertad no estuvieron encaminadas por el bien propio, sino por el bien mayor, la salvaguarda de la humanidad. Dejar a manos de sus raptores, fugitivos marinos sin patria, el secreto y la construcción de dicho artefacto, significaba el fin de la humanidad, causar su propia destrucción. Fijando la mirada, éste es su verdadero  móvil, el cual evoluciona día con día en un lugar que, cabe señalar, no es territorio de una nación, sino de la naturaleza en su bello esplendor, el islote Back-Cup.

Con ello, Verne pone en boca de Simón Hart que posiblemente antes de pertenecer a un país, (y por él dar todo, pues a él nos debemos) nos sometemos a las leyes naturales porque eso es lo que nos corresponde a todos, pues todos somos humanos. Tal es el caso que en el momento más tumultuoso de la historia, Tomás Roch se detiene a causa de ver  enarbolada la bandera de su país, como ese reconocimiento de lo que hacía en contra de su propia nación, hundiendo con ello su invento y a todos con él. Pero el testimonio de Simón Hart revela, momentos antes del final de la historia, que ese pedazo (de bandera) no sólo era un trozo de una nación, sino ese pedazo de lo que todos formamos parte, la humanidad.


Aurelius

viernes, 24 de abril de 2020

Chúliz

¿Te acuerdas cuando tus besos
salieron junto contigo?
Éramos, en amor, nuevos,
nuevos en darnos abrigos. 

Soplaban las primaveras
en tus ojos y en los míos,
eran sensaciones nuevas
que nunca habíamos sentido. 

Soplabas algo de aliento
y yo soplaba otro poco,
congelamos el momento
entre nuestros labios rojos. 

Yo saboreaba una fresa.
Quién sabe tú qué probabas.
¿Tu boca todavía besa
como cuando me besabas? 

Glauco

jueves, 23 de abril de 2020

Y te deseo

Cuando te bañas
concentro mis pestañas
y hago marañas

en tu figura
que expongan tu hermosura
sin calentura. 

Y te deseo
de tanto que te veo,
que no lo creo. 

No creo que vengas
y mi calor detengas
y te entretengas. 

No creo que quieras
convertirnos en fieras
de mil maneras. 

Cuando me enseñas
imágenes pequeñas
de lo que sueñas

me vuelvo loco,
en imagen te toco
mucho y no poco. 

Y te deseo
demasiado, que creo
en lo que veo. 

No creo que huyas
de permitir que fluyas
y me destruyas 

No creo que quieras
levantar las fronteras
de tus caderas.

Creo que me quieres,
creo que por mí te mueres.
Creo que somos dos seres
de mil placeres. 

Glauco

miércoles, 22 de abril de 2020

Destrucción

En busca del entendimiento
me perdí a mí mismo
y ahora miento
y esta maldita mentira
me sumerge en un abismo
que me reclama y me grita
que no soy lo que ya he sido. 

He querido entender lo que se muere
y no logro saber 
cómo es que el mundo hiere,
por haber pensado en tener
lo que la vida tiene. 
Sólo tengo el dolor
que le he causado
a los otros
por pensar que tengo amor. 

Tengo en ellos la imagen de mi fuerza
destructora, formadora de ideas
equivocadas 
que al paso de la mar parecen ciertas.
Cierto es que les duele
y que me duele
no ser panal de miel
y de aventura. 

Hubiera dado todos mis mareos,
mis metas, mis amores, mis detalles,
por ser la vida de los que se matan.
Hubiera sido yo el que se matara
si eso hiciera diferencia,
pero yo no resucito a los tres días.
Hubiera matado al mundo,
la flor, la ardilla y la marea
por ser el que regala vida. 
Y aquí sigo buscando
dejar de ser un monstruo,
y mientras más lo busco
más destruyo.
El mundo destruido
es donde vivo.

Glauco

martes, 21 de abril de 2020

Sonido bestial

Erosiona una tromba de ladridos
dentro de los oídos,
los pasos en zarpazos distorsiona
como la luz que de bomba detona.
Así el oído erosiona
bajo el escombro de ruido y sonido. 

La síncopa es base del estallido,
del luminoso aullido,
que en medio de la pista posiciona
a una quimera en forma de persona
que araña y no razona
la relación del ritmo y el sonido. 

Barritan los trombones y trompetas
tormentas de tresillos inmortales;
mil ruidos animales
destrozan los instintos materiales.

El ruido ruge, arrasa a los planetas
hacia un apocalipsis, un final.
Ya nada será igual
tras el trueno del sonido bestial. 

Glauco

lunes, 20 de abril de 2020

¿Qué será..?

¿Qué será cuando muera
de los pastos de selva? 
¿Se bañarán de lluvia
y se pondrán
maquillaje de niebla? 

¿Los pájaros en vuelo
dibujarán su sombra
en las luces del suelo?
¿Darán color
a esta hermosa alfombra?

¿Los perros callejeros
tendrán en su mirada
el hambre de lo eterno
y beberán
de un sucio charco de agua?

¿El sol y las estrellas
compartirán el brillo
con luciérnagas ciegas
en la noche
de un remanso amarillo? 

¿Platicarán los cerros
con lo vientos que soplan?
¿Se besarán los vientos
entre sí
hasta volverse viejos? 

¿Marchitos los geranios
habrán de florecer
en el Mediterráneo?
¿Estarán bien
las flores en las manos? 

¿Se perderán los besos
de las damas bonitas
entre olvidos y tiempos,
se quedarán
en un fugaz momento? 

¿Rezará Jesucristo,
desafiando al madero,
por tapar el abismo,
con su cuerpo
se entregará al exilio? 

¿Y qué será del mundo
cuando yo me haya muerto? 
No es que me necesite,
mejor dicho,
soy yo el que necesito

al mundo y sus eventos,
requiero de la vida
y la paz de los muertos.
Quiero vivir
hasta el último aliento.

Glauco

domingo, 19 de abril de 2020

Oráculo délfico mancillado

Oráculo délfico mancillado

Einstein una vez dijo: "no es suficiente enseñar a los hombres una especialidad. Con ello se convierten en algo así como máquinas utilizables, pero no en individuos válidos. Para ser un individuo válido el hombre debe sentir intensamente aquello a lo que puede aspirar. Tiene que recibir un sentimiento vivo de lo bello y de lo moralmente bueno". Con justa razón, pero no terminó por explicarnos qué es eso del "sentimiento vivo de lo bello" y de lo "moralmente bueno". Al respecto no dice más, porque no dice en qué consiste. Pues bien, quizá en eso mismo radica lo enigmático de su sentencia que, bien vista, no fue soltada al aire. 

Pero, ¿cuándo se nos ha dicho algo semejante? En nuestra cotidianidad para qué nos serviría interesarnos por algo bello o moralmente bueno. Uno de los máximos representantes de la modernidad (o post-modernidad, déjese a criterio del especialista) acaso insinuó matices del cómo se forja la vocación humana y no se le prestaron oídos. Acaso porque matizó la relatividad del espacio y el tiempo, de ahí su creciente fama, quizás. ¿Y no más bien se tomó por causa lo que debía ser la consecuencia? Esta pregunta no parece tener sentido, pero analicemos.

En días como hoy todo lo que nos rodea bien puede ser personalizado, esto es, todos mis gustos en casi cualquier ámbito pueden ser ajustables con base en mi criterio. Bastaría con ver el contenido consumible de nuestros celulares para comprobarlo. Y las razones que se asoman para justificarlo son, o bien porque cada quien sabe lo que quiere o porque "eso es lo que me gusta". Entonces, o creemos que sabemos lo que nos hace bien (lo que implica un determinado conocimiento, aunque sea escueto, de qué es lo bueno) o sólo actuamos con una falsa moral (suprimo lo que a mí no me gusta porque o me hace daño o no me interesa). Ya escucho el reclamo "pero en gustos se rompen géneros". Pero por supuesto, ni cómo negarlo, sin embargo, todos los degustantes vienen del mismo género. El hombre es el único animal que halla placer en lo sensible y no una mera satisfacción, fruto de una necesidad concomitante.

¿Cuántas veces no hemos escuchado el "si no te gusta, déjalo"? No es del todo erróneo, puesto que siempre tendremos mayor inclinación por lo que nos atrae, lo que se muestra apetecible al gusto. Pero hasta qué punto tener todo lo que nos gusta de manera tan personal nos ayuda, ¿en verdad sabemos lo que es bueno para nosotros?

Años atrás, con la revolución industrial no sólo se anticipó el mayor avance tecnológico de ese época y para las futuras, sino que comenzó el principio de universalización. Para la producción en serie es más conveniente la estandarización de piezas. De modo que si una llega a fallar, bien puede ser remplazada con otra de un mismo aparato semejante a él o de otro totalmente distinto. ¿No acaso el mismo cargador de un celular puede ser usado para varios usuarios? Pero hoy el lema es "todo es relativo". Y no, porque nos llevaría a un absurdo, tener una pieza para sola una pieza, un sólo espectador para una sola obra, infinidad de comunicaciones que culminan en el caos y desorden. La relatividad del tiempo y el espacio fue consecuencia de pensar la velocidad de la luz y no como principio de creación. Pero nunca se imaginó que éste trasgrediera los terrenos de la moral, tomándolo como máxima; la diversidad es más bien fruto del trabajo de los comunes y no de unos cuantos ingenios vertidos y volcados a merced de su labor. La obra de un autor no se hace a sí misma. Claro que es independiente, pero también responde al clamor de una tradición que le arrastra. 

Es verdad que el individuo, como partícula, es una unidad, indivisible y con muchas diferencias ante los demás. Incluso en las hojas de los árboles nunca se verán dos totalmente iguales, no obstante, al verlos decimos peral o manzano. Einstein primero señala que el hombre debe sentir aquello a lo que puede aspirar, y es verdad, algunos serán médicos, otros contadores, politólogos o creadores de contenido (youtuber). Pero va más allá, pues dice que lo que se debe sentir, y al parecer como primordial, es el sentimiento de lo bello y de lo moralmente bueno. Esto no es otra cosa que la remanencia, el eco resonando sobre paredes ya desgastadas del Oráculo de Delfos, "conócete a ti mismo" el nosce te ipsum. Porque en el conocimiento de mí inherentemente me veo inmerso en el conocimiento de los demás, de los que me rodean, pues son mis semejantes y por extensión también conozco a mi entorno. Al no clausurarme en mis propios gustos se da pie al respeto y se cancela la indiferencia al prójimo. De lo contrario, el hombre, dice Einstein, "se parece más a un perro bien amaestrado que a un ente bien desarrollado".



Aurelius