Presentación

Presentación

sábado, 29 de junio de 2019

Se quema...

Camino con pasos de fuego,
mas el camino no se quema,
se quema mi yo y mi sueño…
Se quema, se quema, se quema.

¿A dónde iré sin rumbo fijo?
¿Qué haré sin manos y sin piernas?
¿Qué haré si no sé lo que elijo?
¿Qué haré si lo que soy me quema?

Mátenme de una buena vez,
destruyan lo que soy, no quiero
sentir lo que en verdad no es.
No quiero ser hombre de fuego.

No quiero ser esto que soy.
No quiero más vivir un juego.
No quiero ir sin ver a dónde voy.
No quiero, no quiero, no quiero.

Quiero una vida de silencio,
de calma, no de desenfreno.
Quiero encontrarme con el cielo
y ser verdad alguien bueno.

Glauco

viernes, 28 de junio de 2019

Alea iacta est

En un instante alguien tiró los dados
volviendo un primer juego al nacimiento.
Jugando se nos va cada momento.
Vamos, ante la suerte, condenados.

Condenados a ser y a ya no serlo
vivimos borrachos de decisiones.
Jugamos sobre nuestros corazones
sabiendo que tendremos que perderlos.

La vida ya inició y no se detiene,
no sabe que es vivida y no le importa,
menos si se le vive o se le aborta.

El único consuelo que se tiene
es que la vida puede ser pensada
gracias a que la suerte ha sido echada.

Glauco

jueves, 27 de junio de 2019

Soneto a tu temor y a tu consuelo

¿Por qué te sientes triste, niña mía?
¿Te falta el corazón dentro del pecho
o es mi cuerpo ausente de tu lecho
el que te hace vivir en agonía?

¿Por qué te sientes triste, compañera?
¿Es por lo involuntario de mi ausencia
que no deja un poco de mi presencia
que convierta tu invierno en primavera?

¿Por qué te sientes triste, flor querida?
¿Es por falta de ríos de mi saliva
que te hacen flor marchita y no flor viva?

¿Por qué te sientes triste en esta vida?
¿Es porque sueñas más de lo que vives
y no me llevas cuando te despides?

Yo no puedo saber de tu tristeza
la causa que te hace estallar en ella.
Yo puedo hacerte ver la vida bella,
siempre que sepas que hoy la vida empieza.

La vida empieza hoy y hoy es eterno.
Hoy no hay motivos para que me vaya;
cuando llega el mañana, el hoy lo calla,
y empieza el mismo cuento en el cuaderno.

El cuento de nosotros es sagrado
pues por regalo tuyo hemos sabido
que el porvenir es un hoy no vivido.

No tengas miedo, yo siempre te he amado.
No tengas frío que yo te doy mi abrigo.
No temas pues yo siempre estoy contigo.

Glauco

miércoles, 26 de junio de 2019

De mis poetas...

Igual que una manzana que se muerde,
recuerdo la primera vez que tuve
un poema,y me hace que recuerde
que fui ascendiendo suave hasta las nubes
diciendo "verde que te quiero verde"
y hasta llegar al clímax me detuve.
Fue lo más excitante, lo más rico,
poder haber leído a Federico.

Recuerdo el primer viaje en caracol,
ese lento molusco galopante.
Viajando por las playas, bajo el sol,
fuimos viajando siempre hacia adelante.
Poema del más infinito amor
que me mostró al amado y no al amante.
Sentí a ese caracol cerca y muy mío,
pero fue siempre de Rubén Darío.

Confuso de envidia y admiración,
me volví todo y uno en el relato
de la vida de un grato corazón
que fue formado en este mundo ingrato.
El verso alejandrino es descripción,
es base de tu rostro, tu retrato.
Si otro nombre pudiera haber llevado
quisiera que fuera Antonio Machado.

En un sueño que quise lo que quiero
me vi enfrentado solo contra el mundo;
elegí la poesía sobre el dinero
creyéndome, en mi sueño, alguien profundo.
Me abrió la vista un verso muy sincero
salido del decir de Segismundo:
en realidad los sueños sueños son;
la vida es sueño dice Calderón.

En épocas de niño habría querido
memorizarme versos juguetones
y no versos de un corazón herido,
oscuro, derramado y sin razones.
De niño me habría sido divertido
saberme el poema de Los ratones;
me fascina la forma en la que juega
en octasílabos Lope de Vega.

Amor de vagabundo, amor errante,
amor de caballero, amor de conde,
el amor del pobre y del elegante
es el mismo que en el pecho se esconde.
Se pregunta qué fue del rey galante,
pregunta, también, cómo, cuándo y dónde.
Requiero que ese amor alguien me explique
pues no me lo explicó Jorge Manrique.

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es un decir que digo y no comprendo;
como explicar que estoy enamorado:
lo sé, lo digo, pero no lo entiendo.
En un soneto escrito con cuidado
se dijo lo que no puede estar siendo.
Ese soneto es del amor el credo,
escrito por Francisco de Quevedo.

Nunca antes en mi vida había leído
el gran dolor que una abnegada esposa
clama de amor sincero a su marido.
Hablaba a las montañas y a las rosas
de cómo su marido se había ido
llevándose de ella tantas cosas.
En el final lograr encontrar la luz
cómo lo hizo San Juan de la Cruz.

¡Ay, ay, ay, ay! Se gritan los pesares.
¡Ay, ay, ay, ay! Se gritan los amores.
¡Ay, ay, ay, ay! Se callan los hablares.
¡Ay, ay, ay, ay! Se se callan los dolores.
De dicha y de dolor son los cantares
de amor que sueña sombras y colores.
La libertad realista es el humor
del verso de Ramón de Campoamor.

Sonetos, sonetos y más sonetos
salieron de la cultura argentina.
La erudición le trajo grandes retos
a la lectura de esta poesía fina.
Versos endecasílabos discretos
se incrustan cual el oro en una mina.
Mil libros, mil palabras, mil derroches
están en biblioteca de Borges.

¿En qué momento alguien pide llorar?
¿Cómo es que son los ojos más inmensos
para tener más lágrimas que el mar?
Debe ser necesario amor intenso
para mirar más hondo que el pesar.
El llanto es el final y es el comienzo.
En las penas de amor el dolor arde;
sabe más del dolor López Velarde.

Con música adornando su poesía
le canta a las pasiones y a los miedos,
le canta a las desgracias y agonías,
le canta a las niñas y a sus enredos.
Si yo fuera como él le cantaría
a todo lo que existe, hasta a los dedos.
Yo sé que el poema se puede cantar
por boca, ritmo y pluma de Serrat.

No cesa nunca el rayo que no cesa
de hacer en mi memoria un sentimiento
cierto que no libera sino apresa.
Estoy atado al rayo en su tormento
por un amor que me acaricia y besa
como nadie lo ha hecho en otro momento.
Mi amor ya no es el mismo que era antes
por el rayo que ata a Miguel Hernández.

Glauco

martes, 25 de junio de 2019

La boda tormenta

Echaba a correr el viento
para que no lo casaran
Cree que sólo le deparan,
siempre y en todo momento,
injusticia y sufrimiento.
Corría sobre las montañas,
sobre los campos de cañas,
azotaba las ventanas
y el redoble de campanas
anuncia lluvias extrañas.

La nube desconsolada
se acurrucaba en el cielo.
Mientras calmaba su duelo
se ensombrecía su mirada
ya de lágrimas mojada.
La nube blanca y serena
invadida por la pena
va tras el viento cobarde
y de negro está que arde;
la nube se desenfrena.

Es intenso el desenfreno
de los gritos de la nube.
Hasta lo más alto sube,
muy lejos de lo terreno,
para convocar un trueno.
Un grito desesperado
resuena de lado a lado
proponiendo boda al viento,
mas él huye descontento,
irascible y asustado.

Comienza la cacería.
Ya llegan los invitados.
Muy pronto estarán casados,
rebosantes de alegría,
disfrutando de su día.
Tras esa batalla cruenta
la atmósfera se calienta.
Lo que arriba fueron nupcias,
para nosotros es lluvia.
La boda es una tormenta.

Glauco

lunes, 24 de junio de 2019

Mi noche

Muy cerca de mis oídos,
con su hambre de vivir,
no me permiten dormir
con sus malditos zumbidos,
estos mosquitos perdidos.
Taladran muy despacito,
llevándose de a poquito
la paciencia, dando paso
a soltar un manotazo
que los corra de este sitio.

Pero la noche amargada
a los moscos da licencia
de agotar con su presencia
el sueño de madrugada.
No nos dejan dormir nada
esos malditos mosquitos,
esos mosquitos malditos.
Hasta nos desesperamos
y lanzamos con las manos
groserías y muchos gritos.

Entre todos los infiernos
me tuvo que tocar este.
Cuésteme lo que me cueste
lo tomaré por los cuernos,
dándome sueños muy tiernos.
No dejaré que el zumbido
que por tanto me ha dolido
me distraiga de mi sueño,
pues de mi noche soy dueño
y yo quiero estar dormido.

Glauco

domingo, 23 de junio de 2019

Si vieras...

Si vieras cómo te miro,
si vieras cómo te pienso,
si vieras cómo te sigo,
si vieras cómo te siento…

Si vieras cómo te llevo,
si vieras cómo te llamo,
si vieras cómo te encuentro,
si vieras cómo te abrazo…

Si vieras cómo te añoro,
si vieras cómo te extraño,
si vieras cómo te lloro,
si vieras cómo te canto…

Si vieras cómo te grito,
si vieras cómo te ruego,
si vieras cómo te admiro,
si vieras cómo te tengo…

Si vieras cómo te escribo,
si vieras cómo te leo,
si vieras cómo te vivo,
si vieras cómo te muero…

Si vieras cómo te pruebo,
si vieras cómo te escucho,
si vieras cómo te huelo,
si vieras cómo te lucho…

Si vieras cómo, si vieras…
Si vieras cómo, si vieras…
verías las cosas más bellas…
verías las cosas más bellas…

Glauco

sábado, 22 de junio de 2019

La belleza de Eva

¡Ay, Eva, di por qué fuiste atrevida
y comiste del fruto de la ciencia!
Lo comiste esperando ver la vida
como Dios; recibiste la consciencia,
recibiendo con ella la salida
y perdiendo a la vez la quintaesencia.
¡Ay, Eva, di por qué te lo comiste,
y no conforme a tu hombre sedujiste!

El árbol de la ciencia cayó al suelo
al tiempo que marchaba la serpiente,
dejando tras de sí un rastro de duelo
salido del pensamiento incipiente.
Eva creyó poder llegar al cielo
y sólo se ganó un mundo caliente.
Hechizada por el conocimiento
no pudo ver en éste un gran tormento.

Con el fruto deseado y saboreado
quisiste ver lo que antes no habías visto,
y viste a Adán desnudo, recostado,
para las artes amatorias listo.
Seducción era instinto y no pecado.
Pedístele a tu hombre dar un mordisco
al fruto del saber del bien y el mal,
aquello que volvió hombre al animal.

La belleza no vino de la rama
que daba sostén al fruto prohibido,
le vino de la mano de la dama
al primer hombre que aún no había caído.
La vida en el pecado se hizo drama
y se hizo un caminar adolorido.
Cualquier hombre que busque la belleza
confundirá a la mujer con su presa.

Glauco

viernes, 21 de junio de 2019

¡Ay, Homero!

Homero en sus cantares de la Ilíada
nos lleva por las cóleras de Aquiles.
Homero, tú que entre tus héroes vives,
dinos cómo es la vida imaginada.

Homero en los cantos de la Odisea
nos lleva por las astucias de Ulises
Homero, que en boca de Ulises dices,
dinos que la experiencia nunca es fea.

¡Ay, Homero, quisiera ser tus ojos,
que sin ver han podido verlo todo!
Quisiera estar contigo codo a codo.

¡Ay, Homero, sólo somos despojos
de un mundo que al andar no comprendemos!
Por eso es que tus cantos los leemos.

Glauco

jueves, 20 de junio de 2019

Judeca

El alma se deshace y se congela
en un campo de hielos sempiternos.
La queja como viento helado vuela
sobre el malo trifronte de los cuernos.
Él se encarga de que la muerte duela
y el dolor y el tormento sean eternos.
Se posa sobre el centro del cocito
cimbrando enormes penas con un grito.

La traición es esa puerta de entrada
a una casa donde el mal no tiene fin.
Ptolomeo y Antenor llevan la espada
del engaño y la traición como Caín.
Ellos tienen su casa congelada
y de par en par la puerta para el ruin.
Una cuarta morada está en las crudas
fauces del maligno. Ahí vive Judas.

La mansión de tres bocas hace espacio
para tres habitantes memorables,
uno de ellos ostenta el nombre Casio,
autor de estratagemas despreciables.
El otro es masticado muy despacio:
es Marco Junio Bruto el inombrable.
Ambos conspiraron contra César,
la traición es su más grande destreza.

En la casa del centro es masticado
el más grande traidor del firmamento:
entregó para ser crucificado
a aquél que por amor nos dio su aliento.
Por haber a Dios hijo traicionado
le fue dado el más grande sufrimiento.
Esa alma se deshace y se reseca
compartiendo su nombre a la Judeca.

Glauco

miércoles, 19 de junio de 2019

Búsqueda

Miles de veces tu nombre he buscado.
Entre hojas, renglones, piel y tinta
que la gracia de otros ha creado
voy pasando los ojos y la vista
y no encuentro algo de significado
que al menos me ponga sobre la pista
para, así, poder escuchar tu voz,
que al hablar sea una plática de dos.

Te he buscado, también, en los paisajes
cuando el cielo se viste de cerezo
enfundado de boreales ropajes,
y me pregunto ¿cómo has hecho eso?
Encuentro nubes rosas cual follajes
mas no encuentro respuestas a mi rezo.
Te busco y te busco y no te encuentro;
quizá no estás afuera sino dentro.

Recurro a buscar pistas en la cara
que miro cada día frente al espejo.
De a poco la simetría se separa
bajando y levantando el entrecejo.
Ahí se encuentra, detrás de la mirada:
el alma revelando ser reflejo,
misterio de creador y la creación,
del Dios que hizo uno solo fe y razón.

Tampoco encuentro a Dios en mi mirada,
tampoco lo veo en la mirada ajena,
no lo encuentro en la cierva vulnerada
ni lo encuentro sobre la mar serena
caminando hacia una muerte asegurada.
No está en la huella de la gente buena
ni está en el perdón de la gente malvada.
No encuentro lo que busco y no lo sé,
sólo lo busco porque tengo fe.

Glauco