Presentación

Presentación

jueves, 25 de enero de 2018

Sobre tu pecho



Si fuera un medallón me colgaría
sobre tu pecho agreste y delicado,
fuente de tu temor y tu alegría.

Sería yo el medallón más colorado
palpitando por tus venas y tú voz.
Sería tu medallón enamorado.

Disfrutaría ser testigo del atroz
leopardo hambriento que te ataca
con toda la selva salvaje y feroz. 

Habría tras la batalla una resaca,
y el medallón que soy lamentaría
en vez de ser adorno, ser estaca.

Sé que no por ser tuyo tú eres mía,
yo soy sólo un adorno de tu cuello;
tú, aunque no eres metal, eres más fría. 

Iría hacia atrás a trenzar tu cabello
si con eso más que un objeto fuera. 
Sufro de tu desdén el atropello.

Ataría con mis cadenas a la fiera
si la fiera no fuera quien me ata
a su cuello y me obliga a que la quiera.

Sin embargo no todo el hierro mata,
hay hierro que ornamenta y alimenta.
Yo quiero ser en ti una cosa grata. 

No hagas del corazón una herramienta
pues tú te lo pusiste con deseo
de alejarte de ser, de amor, hambrienta.

No conviertas tu alma en la de Perseo,
ni desates tus bucles de medusa.
Ser malvado es lo mismo que ser feo.

Mejor busca en el medallón la musa
de la memoria que te retrocede
a un mundo en el que el mundo no te usa.

Un mundo en el que con querer se puede
hacer que el sol camine al otro lado,
que convierta el mar en su nueva sede.

Si fuera un medallón avejentado
por el paso de tu pie en movimiento,
no daría un paso el tiempo despiadado.

Vivir, dentro de tu pecho, me siento,
protegido por tus senos enormes
que se paran al soplarles el viento.

Tus senos perfectos y cuneiformes
habrán de cobijarse para siempre,
haciendo que mi ser a ti se ahorme.

Quiero quitarte el frio, hacerte caliente
de verdad, como si fueras caldera,
como si fueras la verdad que miente.

Siempre espero que tu alma marinera
no me deje dormido por el fondo
al jalarme con su alma traicionera.

Prefiero sumergirme en lo más hondo
de tu blusa, de tu abrigo y tu sostén,
prendas en las que no belleza escondo.

Tu indumentaria a mi apariencia hace bien.
Es tan armónica como el sol y el alba,
como el resultado de llegar a cien.

Adornaré tu pecho cual la malva
que en el bosque pinta todo de rosa,
recordando la rosa que nos salva. 

Vivir en tu cuello no es cualquier cosa,
es lo más cercano a lo divino,
ha sido la experiencia más hermosa. 

Colgar y balancearme es mi destino.
Tu cuerpo será por siempre mi casa.
Si fuera, quizá, el medallón más fino
seríamos ejemplo para la raza.

Y así cuando respiras oigo el trino
del viento que existe en el universo.
Si quieres medallón, quieres mi verso. 



Talio





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