Presentación

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martes, 11 de septiembre de 2018

La bala y la pluma

En una abismal caída
dos objetos se encontraron:
una muerte y una vida
viajando hacia el mismo lado.

La vida caía cual pluma
perdida en el aleteo,
como se pierde la espuma
al contacto con un dedo.
Iba sin rumbo en la bruma
de ese profundo avispero,
caía cual rayo de luna
que cae al planeta entero.

La muerte caía pesada
como bala de cañón,
fuerte, fúrica, aventada
contra la sombra del sol.
Iba directo a la nada
del abismo sin calor,
caía como cae la espada
sobre el impío corazón.

El abismo era nuboso,
envolvía todo en sí mismo,
pacífico y peligroso,
con un manto de egoísmo.
Cubría tanto, cubría todo,
con su oscuro heroísmo,
mientras dejaba sólo
lo nuboso del abismo.

La caída, aunque la misma,
daba un sentido distinto,
a la muerte y a la vida,
al sentido y al instinto.
Marca el camino y la vía
con vehemencia y con ahínco,
marca la noche y el día,
marca el camino al recinto.

Pluma y bala iban cayendo,
cada una con su ritmo;
la muerte iba, iba creciendo,
la vida era un fuego extinto.



Talio




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