Presentación

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viernes, 23 de noviembre de 2018

Deseo rococó

Un columpio: tu pelo
en el espacio juega,
coquetea con mis dedos,
pide a gritos mis huellas.
Liana, hilo de fuego,
balancea en tu cabeza
el hipnótico centro
que a desearte me lleva.
Mi mano y su talento
a tu cabeza llegan,
llegan y van adentro,
a donde más me sientas.

La fuente cristalina
de las estrellas de sal
se moja hasta que brilla
como el manto celestial.
No hay gota ni saliva,
ni lago, ni río, ni mar,
que arranquen de mi vida
estas ansias de nadar.
Cada gota me mira
y yo las miro más.
Me inquieta y me fascina
que seas Eva y yo Adán.

La canasta de fruta
se deshace al contacto,
se convierte en la aguja
que ha de tejer tu manto.
Mira que hay mucha pulpa
de tus poros brotando,
y de tus labios de uva
más tu piel de durazno,
el sabor se disfruta
como se goza el acto:
con la lengua y las uñas,
con el placer y el llanto.

Movedizas arenas
atraviesan tu cuerpo,
arrastran las cadenas
del amor y del estro,
van hasta donde llega
el calor de mi adentro,
se alojan en la cueva
de un eterno momento.
Brotará sangre nueva
durante mucho tiempo,
será una clara prueba
de nuestro amor eterno.

Cantos de miles de aves
se escapan de tu boca:
coloridos tucanes,
casaderas palomas,
buitres de los Balcanes,
colibríes y alondras
y colores de quetzales.
Todos cantan a toda
energía sus cantares,
hacen eco en tu sombra
y hacen brotar los mares
de tu cadencia loca.

En la selva, en los bosques,
también en el desierto,
yo quiero que me toques
cubierto y descubierto,
yo quiero que me arropes
con besos y cabello,
y que grabes tu nombre
a través de mi cuerpo.
Quiero tener de golpe
todos tus sentimientos,
en un solo derroche,
en un solo silencio.

Glauco

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