La luz del sol sin mí no sería nada
y el mar se mueve al ritmo de mis pasos.
Si muero, el mundo queda hecho pedazos
y si estoy vivo todo el mundo agrada.
El canto de las aves no es mi canto,
el de ellas pasa y el mío es voluntario;
el grito de la bestia es un calvario,
mi grito le da al mundo un nuevo manto.
Desdeño a Dios con toda su bondad:
tan sólo finge un poco de cariño
para que se le adore como a un niño.
Lo cierto es que en mí habita la verdad,
en mí está la tormenta y el arrullo.
Tenerlo todo y nada, ese es mi orgullo.
Glauco
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