Presentación

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jueves, 23 de mayo de 2019

La guerra

Debes saber desde ahora
que ha comenzado la guerra.
Todo cae sobre la tierra
después del fuego que llora
desde la ametralladora.
Caen los plomos entre guiños
hasta en mujeres y niños,
caen con ellos los pesares,
dejando secar los mares
de quereres y cariños.

Se vuelve héroe el asesino
y es un cobarde el cristiano.
Aquí nadie da la mano
ni da nortes del camino.
La bala tiene un destino
y es que no acabe la lucha,
que la desgracia sea mucha,
que todos los hombres luchen
por luchar y no se escuchen,
hasta que todo destruyan.

Entre gritos inaudibles
y silencios estridentes,
quedan los hombres dementes,
derrotados e irascibles,
en la bondad imposibles.
Deshechos en el dinero
sin fin y sin derrotero,
hombres-soldados-despojos,
se pierden ante los ojos
del humilde limosnero.

No termina la batalla
y nunca terminará;
jamás empieza la paz,
la guerra la tiene que raya.
Si por siempre la paz calla,
no habrá un lugar para ella.
Necesaria es la querella
entre la paz y la guerra
para decir que la tierra
es una morada bella.

Lástima que la belleza
lucha para no luchar
y no-luchando ha de estar,
siendo por siempre la presa
de la guerra y su fiereza.
Si he de morir, que me mate
el vaticinio del vate:
que muera como yo quiera,
que como quiera me muera,
pero que muera en combate.

Glauco

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