Presentación

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sábado, 22 de junio de 2019

La belleza de Eva

¡Ay, Eva, di por qué fuiste atrevida
y comiste del fruto de la ciencia!
Lo comiste esperando ver la vida
como Dios; recibiste la consciencia,
recibiendo con ella la salida
y perdiendo a la vez la quintaesencia.
¡Ay, Eva, di por qué te lo comiste,
y no conforme a tu hombre sedujiste!

El árbol de la ciencia cayó al suelo
al tiempo que marchaba la serpiente,
dejando tras de sí un rastro de duelo
salido del pensamiento incipiente.
Eva creyó poder llegar al cielo
y sólo se ganó un mundo caliente.
Hechizada por el conocimiento
no pudo ver en éste un gran tormento.

Con el fruto deseado y saboreado
quisiste ver lo que antes no habías visto,
y viste a Adán desnudo, recostado,
para las artes amatorias listo.
Seducción era instinto y no pecado.
Pedístele a tu hombre dar un mordisco
al fruto del saber del bien y el mal,
aquello que volvió hombre al animal.

La belleza no vino de la rama
que daba sostén al fruto prohibido,
le vino de la mano de la dama
al primer hombre que aún no había caído.
La vida en el pecado se hizo drama
y se hizo un caminar adolorido.
Cualquier hombre que busque la belleza
confundirá a la mujer con su presa.

Glauco

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