Como un hechizo de bruja,
como un sabroso brebaje,
a todo el que viene empuja
a un palpitar salvaje.
Nació en el ritual arcano
del baile de baba y sangre.
Nació llevando en la mano
corazón que harta y da hambre.
En el hartazgo palpita
la dulce llama de fuego
que la mujer necesita
para alimentar al ciego
deseo que nace y que vive
en manos del hechicero,
y al recibirla recibe
el hambre de un pordiosero;
le da el hambre eternamente
con el fuego de su hechizo,
encendiendo un fuego ardiente
que estalla en un compromiso.
Hambre y saciedad conviven
en la magia de este niño,
alientan como prohíben
el florecer del cariño.
Es magia negra maldita
imposible de quitar,
parecer ser muy bonita,
mas sólo lleva a llorar.
El hechicero dolido
desea un hermoso existir,
sin saber que él ha nacido
para regar el sufrir.
Quiere y no puede querer.
Queriendo propaga el mal,
da hambre y no da de comer.
Queriendo es tierra sin sal.
Las mujeres hechizadas
entenderán qué es el llanto:
es esperanzas robadas
por un brutal desencanto;
entenderán que en su rostro
llevan tatuados por siempre
los besos de un hombre monstruo
y cosquillas en el vientre.
Mariposas y cosquillas
vuelan en las alegrías,
rememoran maravillas
del pasado de los días.
Garras, mordidas y besos
desangran el corazón,
roen y astillan los huesos
y destruyen la razón.
Hechicero despreciable,
nació llevando un disfraz
de alguien amante y amable
que siempre podrá dar más.
No es su culpa ese conjuro,
ni vive sintiendo dolo.
Nació para estar seguro
de que es mejor estar solo.
Y así solo el salvajismo
se consume en el caldero
que dio origen al hechizo
y da muerte al hechicero.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario