Te tengo en una cajita
musical que cuando se abre
baila una mujer bonita
la melodía de un romance.
Te escucho bailar de noche
cuando la cajita abro,
la melodía es un derroche
de un imaginario canto.
Y todo se vuelve sueño.
Sueño que estoy en un baile,
modesto como pequeño,
donde se apaga la tarde.
Con la tarde ya apagada,
la noche y su lisonjero
envuelven para regalo
el canto del romancero.
El romance de los búhos
se da entre silencio y ramas
y allá en un jardín oscuro
hace Cupido las camas.
En las camas de Cupido
reposan pies y rodillas,
los pies trazan el camino,
las rodillas zancadillas.
En la cajita te guardo,
en la cajita te tengo.
Con la cajita me encanto,
con la cajita me duermo.
Duermo y sueño que me duermo,
canto y sueño que te encanto.
En la cajita tu cuerpo
por siempre me está esperando.
Me espera para trazar
los sueños de melodías
hechas sin acompasar,
hechas de melancolía.
La melancolía se canta
en el ulular del búho,
la tapa que se levanta
encanta con su conjuro.
Te tengo sin detenerte
y detenida te tengo,
te tengo en el tiempo inerte,
te dejo partir a tiempo.
A tiempo cierro la tapa
para poder despertar
no vaya a ser que la caja
deje de ser musical.
Musical música viva
eres tú justo en el centro,
eres tu la bailarina
que baila cuando la encuentro.
Te encuentro en brazos de Eros,
como le dicen los griegos,
mis brazos son los primeros
en mirarte siendo ciegos.
El ciego escucha mejor
no por falta de la vista
sino porque siente amor
por lo que escucha en la pista.
En la pista del salón
baila la chica del baile,
baila con el corazón
el ritmo de aquel romance
que suena en esa cajita
que tengo para cuidarte.
Eres mi niña bonita,
eres música, eres arte.
Glauco
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