Presentación

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miércoles, 1 de julio de 2020

Somos los malos

Es triste cuando algunos tienen hambre
de aquellas cosas que nos son prohibidas,
hacemos que nos paguen con su sangre
como si fueran parias de la vida.
Lanzamos a sus vidas un enjambre
que embarre entre sus labios miel podrida
y logre darnos un mejor sabor. 
Es triste cuando no damos amor.

Es fácil dar amor a los que lloran
con un cuento de amor y de alegría.
Es fácil dar amor a los que moran
en campos de virtud y de armonía. 
Difícil es amar a los que añoran
sabiendo o sin saber su vida impía. 
Odiamos a esos hombres virulentos;
es fácil con los malos ser violentos. 

Somos para los malos la tormenta
que tira y desintegra su morada.
Somos para los malos la violenta
moral que los condena a ser la nada.
Somos los buenos: la moral hambrienta
de ver la vida mala desgarrada.
No sé si desgarrar la mala vida
sea bueno, pero sé que es homicida. 

Matar no se hace, es quinto mandamiento.
También desear la muerte es un pecado;
desear que el malo sufra un gran tormento
es malo porque el malo es olvidado. 
El malo es una fuente de lamentos
convertidos en ira y desagrado. 
Lanzamos lejos a los hombres malos
no sin antes molerlos a mil palos. 

Desangramos el poco amor que tienen,
ese nimio sentido de lo bueno,
en los libros penales que ahora huelen
a justicia inundada de veneno.
Los malos en la mente nunca mueren,
siempre sufren del odio y desenfreno
de aquellos que se aferran a matarlos
por siempre porque no pueden amarlos. 

Pedimos que se castre al pederasta
y que se desprestigie al violador.
Lloramos pero no decimos basta,
lloramos por odio y no por amor. 
Pedimos que se inflame la venganza
deseando para el mundo más dolor. 
Quitamos al matón de este camino
volviendo a nuestro duelo un asesino. 

Es triste cuando no tenemos hambre
de vernos como iguales a los otros.
Sentimos en la lengua un gran calambre
que nos hace lucir como mil monstruos.
Que triste que no veamos nuestra sangre
fluyendo en las sonrisas de otros rostros.
El mal jamás conocerá la muerte,
porque el amor no nos trae esa suerte…

Glauco

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