Esperaba la mañana
la aurora por el oriente,
mas salió por el poniente.
No se meció la campana
ni se oyó sonar la diana
para traer el despertar
a la casa militar
y a la casa pueblerina.
Traicionó la ley divina
la aurora en su caminar.
Como anocheció de día
la vida se volvió sueño
y el árbol se volvió leño
para esa mañana fría.
Los pájaros no sabían
si dormir o estar despiertos;
la noche es para los muertos
y si despiertan se pierde
en la tierra el color verde.
Los miedos fueron abiertos.
Como los miedos andaban
sueltos de mañana-noche
se hizo evidente el derroche
de las penas que gritaban
por sus hijos. Se acababan
las múltiples distracciones
(el trabajo, las canciones),
la noche antinatural
se transformaba en el mal
sin dar contraindicaciones.
Todo el orden era nada.
No era nada el meridiano.
No había noción del temprano
ni de la noche estrellada.
La aurora fue desquiciada
por la quiebra de la ley.
No tuvo corona el rey
para establecer el orden.
La vida se hizo desorden
gracias a la aurora infiel.
Glauco
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