En una estéril piel germina el viento
y pasa y acaricia, y deja huella.
Tu mano es viento raudo que atropella
mi piel, dando jardín a este desierto.
A veces suave y tenue como brisa,
como baile de espinas, como duna,
la arena de mi piel es solo una
y es porque esa, tu mano, me acaricia.
Parece mi desierto algo vacío;
está lleno de viento y de las flores
sopladas entre arenas y calores.
A veces hay calor, a veces frio.
Calor y frío sobre este campo abierto
vienen con tus caricias al desierto.
Glauco
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