Presentación

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martes, 14 de diciembre de 2021

Romance de la luna y la mirada

 
De la brumosa mañana
surge una luna escondida
entre el azul y las nubes,
del viejo y el nuevo día.
Surge, abajo, una mirada
perdida que busca arriba 
a esa luna misteriosa,
y al encontrarla la mira. 

La mirada desde abajo,
entre cejas y pestañas,
se deslumbra con el sol
pero aun así le habla.
Le dice —déjame verte,
porque soy yo quien te ama.
Escóndete de los otros
entre los rayos del alba.—
La luna, desde los cielos
contesta un poco apenada
—no es que no quiera ocultarme
de esas ajenas miradas,
es que acá en el firmamento
estoy desnuda hasta el alma. 

—Quisiera ser sólo yo
quien te encuentra, quien te mira,
qué los demás individuos
nunca miren hacia arriba.
Y si miran se den cuenta
de que el sol brilla en la espiga
y la pueden alcanzar,
nutrición simple y sencilla.
Qué su indiscreta mirada
no es mala pero no es digna
de encontrarte en la mañana,
sólo buscan lo que brilla.

         —Yo sé que tú no me buscas
por ser una luz brillante
en el pleno del cénit.
Me buscas pues tienes hambre
de mi misterio escondido
que se siente como el aire
aunque éste no se ve. 
Mas tú sí ves el desastre
qué el aire deja a su paso
porque miras con detalle
que todo aire es huracán. 
Tú sí mereces mirarme
porque miras lo que es
y no una ilusión infame.

              La luna con la mirada
se emociona, se embelesa.
La mirada aunque esté lejos
sólo con voltear la besa.
La mirada con la luna
a la vida se despierta.
La luna, aunque esté en el cielo,
a la mirada se aprieta. 
Seguirán enamorados
en el cielo y en la tierra. 
Ellos son la Unión del mundo,
Unión perfecta y eterna. 

Glauco

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