Pobre Prometeo, quiso ser amigo
del hombre y el fuego, en un acto impío,
robó para ellos y les dio el latido
de vida. Y el hombre, malagradecido
siguió con el fuego sin ver a su amigo.
Pobre Poseidón, controla los mares,
mas no pacifica a los navegantes
que llenos de furia y de voluntades
hacen de sus barcos pequeños altares
en donde se postran los bríos de los mares.
Pobre de Cupido, flechador y ciego
enciende en los hombres un radiante fuego
que deslumbra y todo se vuelve deseo.
Así, quien padece la flecha de Eros
queda poseído y se vuelve ciego.
Glauco
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