Hace tanto que no oro
pero desde hace unos días,
en que sin sentirlo lloro,
busco en las habladurías
del santo libro de oro
oraciones y alegrías.
Dios, ¿adónde te metiste
en estos días tan pesados?
¡abrázame que estoy triste,
triste y sin haber llorado!
Dios, no quiero tu verdad,
quiero seguir en las penas.
Es por esta realidad
que ya no hay sangre en las venas
sino vacíos y cenizas:
alma y cuerpo vueltos trizas.
Dios mío, tú que sabes todo
no susurres en mi oído,
no sea que encuentre otro modo
de ganar lo que he perdido.
Dios:
Nunca hay nada que perder
que no se pueda encontrar.
Todo lo que antes se fue
se reencuentra en el amar.
Glauco
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