Hay un soplo escondido en el sigilo,
un gutural silencio en la garganta
y una lívida luz que se levanta
exponiendo el misterio del pistilo
que no dice, y no dice porque quiere
que el silencio conserve su secreto,
eso escrito en el lánguido esqueleto
del mensaje que vive, pero muere.
Se pierde por los siglos de los siglos
la ilustre mensajera de los libros.
No hay hermenéutica, sólo hay instintos,
sólo hay un cementerio en que los signos
se hablan unos a otros y los trinos
del viento algo vienen a decirnos.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario