Sin fuego, sin riqueza, sin vida y sin azar,
las almas se contentan en perseguir a Dios,
es como si el silencio descubriera la voz
que nos hace rezar
No hay duda de que el hombre está para pasar.
El hombre en esta tierra es un viento precoz.
Por muy precoz que sea a los noventa y dos
no sabe preguntar.
No hay oro ni relojes que llenen las maletas
llevadas por el tiempo y por las posesiones,
tan sólo hay oraciones.
Se cansan las mujeres, los hombres, las veletas,
las olas, los incendios, al no saber muy bien
qué responde el amén.
Glauco
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