En el kiosco de Texcoco
esperaba una mujer,
al parecer se iba a ver
con un hombre un poco loco.
Antes que llegara el hombre,
una tilica osamenta
fue y le preguntó su nombre
a la mujer. No dio cuenta
de que ella no le hacía caso,
estaba muy distraída
pensando paso por paso
las vueltas que da la vida.
La calavera insistente
no cedió, quería saber
lo que pasaba en la mente
de aquella bella mujer.
La mujer habló por fin
y le dijo que el fulano
le parecía un querubín
cuando le agarró la mano
y por eso le esperaba:
porque repetir quería
esa pasión que le daba
(cosquillita de alegría)
La muerte quiso llevarla
a su reino, pero en eso
llegó el tipo pa’ ahuyentarla
y a la mujer le dio un beso.
Una vez la muerte ida
la mujer se retorció.
Con el tipo se quedó
alocándose la vida.
Glauco
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