Vivo en una ciudad vieja.
Entre calles y jacales,
entre plantas y animales,
una ventana y su reja…
entre llagas en la fosa
y rasguños en la acera
no hay nada que en esta era
deje ver la luz hermosa
oculta tras el farol,
los cables y las pestañas.
Estas calles son extrañas,
accidentes del chinchol.
Mil espejos que se miran
ignoran lo ensombrecido.
¿Adónde rayos se han ido
las mujeres que suspiran?
¿Suspirarán todavía
en esta vieja ciudad?
¿Es la vejez la maldad
o el aprecio del día a día?
En estas calles lo más
es mucho menos que poco:
un espíritu barroco
infinitamente en paz.
Glauco
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