me duele el invierno ausente
y la nave de vapor,
me duele la lluvia ardiente
y la falta de color
en el soplido indigente.
Extraño lo que no he visto
y añoro lo que no di.
Me hace falta lo imprevisto
y también lo que ya vi.
Me acaricia el anticristo,
ése que soy y que fui.
Anhelo ser los ratones,
y las aves y los toros.
Me adormecen los listones
que sólo compran los oros
y vienen de las regiones
incansables de los moros.
Me he sentido solitario,
un silencioso tumor,
un desgastado rosario
indigno del salvador…
Mi dolor es relicario:
siempre he sufrido de amor.
Glauco
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