Inevitablemente he renunciado
al eco de dormir y no soñar.
Sentir que no he soñado es olvidar
un algo de la vida irrealizado.
Y sin embargo, sé que diario sueño:
un sol, una genista, una alameda…
Después de tantos sueños nada queda.
Palabras sin sentido, sin un dueño.
El eco me susurra que despierte,
me dice, entre los vientos, —no te duermas—
y yo, sin más decir, veo las enfermas
penumbras de la noche, de la muerte
y lloro sin saber lo que he llorado,
después ser consciente que he soñado.
Glauco
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