y deforma las formas de lo visto,
Cristo mismo se vuelve el Anticristo
cuando mundo y visión no son iguales.
Se desarman los rayos matinales
en mil lupas, siendo un millón de rayos,
padeciendo las luces los desmayos
y los vidrios las lluvias torrenciales.
No se miran las grietas a sí mismas,
solamente erosionan contra el paso
de las cosas, del viento, del escaso
comprender de las gotas los mil cismas.
Todo cambia en la lluvia mañanera:
la visión, la igualdad, la eterna era.
Glauco
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