Tú tienes algo típico del té:
la calidez sin sueño y el aroma,
la condición de hacer a quien te toma
un hombre místico de pan y fe.
Tú tienes algo mágico del bien:
la calidez durmiente y el intenso
sentir de amor, por eso cuando pienso
en ti, sin duda, pienso en mí también.
Tú tienes algo rústico del ver:
la calidez intensa en la mirada,
la llama del instante desbocada
por unos besos que me diste ayer.
Tú tienes algo ecléctico del mal:
la calidez que todo justifica,
la sensatez del cielo que replica
eso que es el pecado original.
Glauco
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