Antes que los milenios de la piedra
hicieran de la arena el elemento,
ya había un impulso tímido y violento
creciendo en algún pecho, como hiedra.
Un eco silencioso en el ombligo;
un trépido hormigueo en brazos y piernas;
un hilo horal de palabras eternas;
un pulso redentor vuelto castigo.
Antes de que mi boca tuya fuera,
la tuya ya gritaba por la mía
toda esa eternidad en que creía:
la piedra, el eco, el hilo, la manera…
Antes de todo lo que Dios nos dio,
antes, mucho antes, ya éramos tú y yo.
Glauco
Tu fan aún sigue leyendo te desde el 2017 :)
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