Presentación

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miércoles, 30 de diciembre de 2015

Promesas (escribiendo la introducción a un ensayo)

A menudo el mucho prometer resulta peligroso, ¿cómo saber si los objetivos serán cumplidos? Además, “lo prometido es deuda” y las deudas son obligaciones. Hay quien recomienda no hacer las promesas hasta que no se encuentren realizados los cumplimientos. Pero a veces el discurso no se acomoda y quiere ser antes prometedor que cumplidor. Quiere darse a querer, hacerse el interesante. Y se distrae y vaga por aquí y por allá como buscando excusas, haciendo tiempo, estirándose para llenar el espacio. No sabe dónde debería ir, pero se empeña en llamar la atención y hace promesas que tal vez no cumplirá. A veces, logra realizarse aunque con mucho esfuerzo y tortuosamente. Se encuentra muriendo de fatiga y aún así se expone con cierto orgullo, intentando ocultar que casi desfallece y termina con un suspiro de alivio por el éxito mediano o grande. Otras veces no tan afortunadas, termina por renunciar y acaso (avergonzado) acepte su fracaso y busque una manera de disculparse. Tal vez reviva su vicio de prometer y esta vez prometa volver algún día con una solución, con una compensación. Incluso es posible que termine abruptamente sin dar ya razón ni palabra siquiera, como quien, enfurecido por la frustración, abandona la discusión y se marcha de repente con la frente fruncida.
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Y por cierto (como quien no quiere marcharse):
Ésta será la última vez que les dirija una palabra o letra en el año, así que quiero aprovechar el momento para desear a todos un gran año, lleno de felicidad y aciertos.
Hasta pronto.
L. Pulpdam

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