Presentación

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martes, 29 de diciembre de 2015

Si cinco gatos cazan cinco ratones en cinco minutos, ¿cuántos gatos se necesitan para cazar cien ratones en cien minutos?
       La respuesta realmente no importa, pues es fácil dar con ella, solamente hay que saber hacer cuentas y usar el sentido común, lo interesante es el contexto en el que esta pregunta aparece. Hace unos días mientras hacía uso de mi ocio revisando las nuevas noticias en Facebook, me encontré con un test que prometía darme a conocer mi coeficiente intelectual, como no tenía nada mejor que hacer me dispuse a realizarlo, la prueba consistía en resolver la pregunta de arriba en el menor tiempo posible.
       Después de terminar con el ejercicio y conocer mi CI, me puse pensar en la relación inversamente proporcional entre el coeficiente intelectual y la inteligencia de la gente, pues muchas veces aquellos que presumen de tener una inteligencia superior terminan siendo los seres más engreídos que uno se puede encontrar. Por lo menos en mi experiencia, un alto coeficiente intelectual termina siendo mera pedantería y erudición.
       La sensatez y la inteligencia no siempre se siguen de saber resolver problemas abstractos, las lecciones más importantes en la vida muchas veces nos las dan quienes menos avispados nos parecen y la verdadera inteligencia se pone a prueba en la vida real no sentado frente a un monitor de computadora, quien más hace gala de su inteligencia es el que no se ha enfrentado verdaderamente a la realidad, pues la ingenuidad nos vuelve engreídos y soberbios, en cambio el conocimiento ofrece prudencia y humildad.
       De nada sirve saber cuántos gatos se necesitan para cazar cien ratones si no se tiene la menor idea de cómo dirigir correctamente la vida.

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