Presentación

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sábado, 24 de junio de 2017

Breaking Bad, bitch!

El recurso narrativo utilizado tanto en la literatura como en películas sobre primero contar el final, y posteriormente desarrollar la trama, es de antaño. Muchos se han valido del mismo, desde Eurípides y Homero y ahora, recientemente, por Breaking Bad. En realidad ya es un tanto sobrevalorado este recurso, sino es que sobreexplotado, pero Vince Gilligan, creador de la serie, lo ha utilizado con bastante ingenio para plantear tanto la causa del mal en el hombre como el sentido que cada quien le da a su vida respecto de esto último.

En la serie no hay una respuesta a la pregunta por el origen del mal, simplemente se desarrolla el problema, pero con una sutileza. La clave, a mi juicio, está en el primer y último capítulo. Podemos preguntarnos si Walter White, protagonista de la serie, se hizo o siempre fue malo tomando como base los dos capítulos antedichos. Cabe señalar que la única vez, a lo largo de la obra, que se dice "breaking bad" es en boca de Jesse Pinkman al preguntarle a Walter por qué quiere meterse en el mundo de las drogas. Esto sucede, obviamente, en el primer capítulo. Entonces, ¿por qué nos vemos movidos a realizar actos, si no injustos, malos?, ¿Por qué quebrantamos la ley?

¿La pista, no irá, quizá, por el lado de qué disfrutamos más de la vida? Walter llevaba una buena vida con un trabajo estable, siendo profesor de química e inicialmente también de cajero en un lavado de autos, una familia cálida y un ritmo de vida tranquilo. El elemento que rompe con esto, al principio, es su repentino cáncer de pulmón. En un inicio, la idea de amasar una fortuna es para dejarle un sustento a su familia, y tal era la causa de que Walt incursionara en el ámbito de las metanfetaminas. Él no quería ser un narco ni formar un cártel, sólo quería que a su familia no le faltase un sustento económico llegada su muerte a causa del cáncer.

Pero no es hasta que Walt saborea el placer de realizar actor ilícitos que, diciéndole a su esposa Skyler, afirma "lo bien que se siente romper las reglas", lo que inglés diríamos como "breaking the law". La expresión inglesa "breaking bad" no tiene un equivalente en castellano. Literalmente es "rompiéndose mal", pero siempre se le dice a alguien con un sentido reflexivo. Lo podemos traducir algo así como "volverse malo" o "corromperse", esto es, en cómo uno se vuelca a ser malo. De ahí que no tradujesen el nombre de la serie en Latinoamérica.

Gilligan, alfinal de la serie, no hace otra que decirnos lo que ya nos dijo en el primero, a Walter le hacía falta vivir. Ël no había vivido, no había tenido la necesidad de abrazar con tanto desdén y bravura su vida y la de sus queridos con ese afán. Al convertirse en Heinsenberg ríe, llora, blasfema, mata, tiene miedo, ama y, casualmente, obtiene un amigo, Jesse. Nada de esto le sucedía con anterioridad. Todo lo anterior es lo que nos vuelve humanos, con lo que día con día vivimos y luchamos. Y eso, cabe resaltar, también es vivir. La diferencia, quizá, es cómo conducimos esas pasiones tan conflictivas en la trama de nuestro existir. Visto así, tal parece que el único aliciente para vivir es el vicio, pero sin éste la virtud no tendría sentido y no reluciría con tanta belleza. 

Es verdad que la vida se disfruta mucho cuando se rompen las reglas, pero, ¿acaso existirá otro modo de vivirla con tanto placer? Este es el problema que Gilligan plantea y sostiene cuando a Walt se le diagnostica que el cáncer a dejado de avanzar y que ahora lo tiene en estado de remisión. Walt, en efecto, muere, pero bajo la canción de Baby Blue de Badfinger que Gilligan estableció para demostrar que su producto fue lo que, al darle tanta vida, por relacionarse con su profesión de químico que también disfrutaba, también le regaló la plácida muerte.



Aurelius

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