Presentación

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lunes, 28 de agosto de 2017

La orquesta del titiritero

La orquesta del titiritero


Unos hilos de ilusiones, pasiones e imaginaciones
penden de razones, ingenios, técnicas y hábitos.
Son tejidos en la rueca de los perennes amores
invisibles, que tejen, sin verse, corazones cándidos,
blandos y tiernos, con la aguja sigilosa del sonido.

Dos muñecos bailoteando en el ébano y el mármol,
negro y blanco centelleando en música que se hace ruido
natural como lo es para un niño el dibujo de un árbol.
El muñeco de la noche a medias sostiene el chasquido
de los pasos del otro bailarín, contínuo y azucarado.

Son monos de cinco piezas, difíciles de mover,
libres y también esclavos del titiritero airado.
Bailan y bailan y bailan queriendo y también sin querer;
llevan notas en los pasos que recogieron del prado.
El talentoso gitano tiene otros tantos muñecos.

Un par más de esos juguetes juegan en la cuerda floja.
Vibra en seis tonos distintos. Tiene por castigo el hueco
gritón de la pista. Entre vibraciones despoja
de su forma a los piecitos, cansándose entre los secos
senderos fríos y calientes, dinámicos e inertes.

Cerca títeres arqueros vibran sus bocas a besos.
Besos de agudas tinieblas. Besos de maullidos fuertes.
Se columpia uno de ellos chocando con hilos gruesos
mientras se tambalea el otro, temeroso de las gentes.
Pistas grandes y pequeñas, blancos agudos y graves.

Títeres en los metales saltan y se deslizan,
suavemente como en los lagos las parvadas  de las aves,
estrambóticos cual mozos que en los viñedos pisan
los sonidos de los sabores de los vinos más suaves,
estallando en el estruendo del yunque con el herrero.

Otros tantos personajes tapan el soplo del viento,
delicado y ciclónico, soplo del titiritero,
silbido que es rayo y trueno, fiu-fiu del hombre contento;
hombre que lleva los hilos, hombre que es el mero mero.
En la cima del salón levanta su vuelo el rocho

de la mano educadora de un mago libre de hilos.
No conoce siete notas, es conocedor de ocho.
Esa buena sabiduría le confiere nuevos bríos
tal cual lo hizo a tantos años con el famoso Pinocho.
Títere y titiritero, todo y uno: dedos mágicos.




Talio





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