Presentación

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martes, 2 de enero de 2018

Canción de amor #4



Volaban el cuervo y la paloma
por el cielo rojo arrebolado,
trazando en las nubes una broma
para quien ve el cielo enamorado.

El cuervo lucía sus plumas negras
creando sombra en la sombra de sus alas,
la luz se postraba ante sus reglas
que, aunque oscuras, nunca fueron malas.

La paloma destellaba brillo
tormentoso para el casadero;
fabuloso para algún chiquillo;
y glorioso para el baptisterio.

Volaban la paloma y el cuervo,
muy al ras del desprolijo suelo,
tentando al animal y al hombre nuevo,
al niño que renace y a su abuelo.

La paloma no quería ser la fe,
tampoco la esperanza del mañana.
Quería que el cuervo saciara su sed
con el agua de cualquier montaña.

El cuervo no quería ser el misterio
ni el símbolo del arte arcano.
Quería que en acera o monasterio
el hombre fuera siempre cercano.

Volaban unidas ambas aves
como amigas por el vasto mundo,
indicándote que lo que sabes
sólo entre amigos se vuelve profundo.




Talio



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