Presentación

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sábado, 25 de agosto de 2018

El monstruo del desierto

Ruge en el silencio del tormento,
nacido entre las curvas y las dunas
desgarra con su bramido el viento
como quien día tras día sufre de hambruna.

Sus garras son azadón del calor
que crece y va creciendo en la garganta
de la presa del monstruo cazador,
que, en su muerte, de cactus se amamanta.

Párpados que están vacíos de ojos;
en la arena la vista no hace falta
ya que en el desierto no hay antojos
ni voluntad. El monstruo sólo mata.

Fauces que centellan de mañana
y cuando cae la noche soplan frío,
clava sus dientes en la avellana
de los ojos secos por el estío.

La piel que le cubre es granulada
por la arena, azúcar indeseada.
Con esa piel desgarra la mirada
de aquel que se ha perdido entre la nada.

No duerme, sólo observa el firmamento.
Se pierde entre el paisaje y la neblina.
Oculto detrás del viento negro
ejerce y ve crecer su ira asesina.



Talio




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