Presentación

Presentación

miércoles, 15 de agosto de 2018

Inválido

Sin ti se me ha quedado el firmamento,
sin ti, sin las estrellas y sin brillo,
sin nubes y sin sol, sin aspaviento.

Te llevaste mis cosas en tu hatillo:
ensueños, lágrimas y descendencia;
te llevaste mis anhelos de chiquillo.

Sin piernas no camino con cadencia,
ni disfruto del césped matutino,
las calles ya no sienten mi presencia.

Sin dedos no hay ningún arpegio fino,
ni siquiera un rasgueo despatarrante
que salga de mi cruel charango andino.

Sin brazos no hay un vaso que levante,
ni un cuerpo que se apriete con mi pecho.
Sin brazos soy golpeado a cada instante.

Sin ojo izquierdo y sin ojo derecho
ya no encuentro las luces ni las sombras,
ni distingo juguete de pertrecho.

Sin oído no sé cuándo me nombra
un amor con su vocecita linda,
ni distingo si llora o si se asombra.

Sin boca ni una sonrisa se brinda
a la nada que sostengo delante.
No hay nada que me aliente o que me rinda.

Sin mano ya no llevo ningún guante,
contenedor del tesoro de tu piel,
que muestre en sociedad que soy galante.

Sin lengua ya no quepo ni en Babel,
no hay sabor que despierte mis latidos,
no distingo el ajenjo de la miel.

Sin cuerpo ya no existen los sonidos
de mis labios ni los de mi corazón;
éstos también han desaparecido.

No hay espíritu que salte de emoción
ni una sensación de viento gélido,
no hay siquiera hambre o muerte o destrucción.

No hay alma ni sentimiento cálido.
No hay canto donde antes había un cantor.
Al marcharte me dejaste inválido,
sin fe, sin esperanza y sin amor.



Talio




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