Son tus labios dos flores que disfrazan mi aliento
de susurros sensuales de sonido y silencio.
En canción convertidos los susurros que siento
me cantan el comienzo.
Mis ojos se convierten en filosas navajas
que desgarran tus ropas y te visten de brillo.
Entre luces y sombras de colores te alhajas
con todo y mi cuchillo.
Dos platos y dos copas esconden mi alimento,
como loco lo busco, como loco lo encuentro.
Una vez en la mesa, enorme placer siento
con tu alimento dentro.
Con roces de la lengua y voraces mordidas,
comemos algo dulce, de sal espolvoreado.
Es la piel que nos cubre del sabor de la vida,
lo mejor que he probado.
No puedo sin tus piernas imaginar tu cuerpo,
son dos ciervos que abrevan de una grieta lasciva.
El camino que sigo es un camino bueno
de sudor y saliva.
Los versos se me acaban y no te he dicho nada
que encienda tus caderas e incendie tus cabellos.
Los versos serán nuevos al sentir tu mirada
sudada y con destellos.
Glauco
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