Presentación

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domingo, 21 de julio de 2019

La hoja y el soplo

Va haciendo ding-dong sin hacer ruido,
enloqueciendo como fuego verde,
no sabe aquello que le ha enloquecido,
sólo sabe que en el ding-dong se pierde. 

En tanto glauco ardor se debilita,
perdiendo su fuerza ya no se aferra,
se suelta al infinito y ahí se agita:
cerca del cielo y lejos de la tierra. 

Un baile de campana le acompasa,
se oculta el universo en su armonía.
Es una melodía que el sol traspasa,
más allá de las noches y los días. 

Pero, ¿quién baila, quién marca el compás?
¿quién se llevó a la hoja de la rama? 
Se lo llevó un cualquier soplido más,
uno como otro, sin gracia y sin fama. 

Sopla de norte a sur y de este a oeste,
sopla curando heridas y encendiendo
deseos de arder en algún beso agreste
que haga ding-dong mientras va subiendo. 

Aviva el fuego verde y lo hace fuerte,
le da en un vals un bello movimiento,
lo lleva en los caminos de la suerte
y le hace saber que el vivir es viento.

Sopla el amor del viento en todas partes
y de odio y de desprecio nos despoja.
Le da vida y nacimiento a las artes
en su romance con el fuego-hoja. 

Glauco

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