Presentación

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jueves, 20 de febrero de 2020

Recién yo había llegado... Vi

Recién yo había llegado
vi la luz de la luna:
el suelo iluminado
y el cielo en la penumbra.

Vi puramente el cielo,
sin nubes, sin estrellas,
vi la luz como un trueno
de mil visiones bellas. 

Reciendo yo había llegado
se abrieron mis dos ojos;
antes hube llorado,
ahora sufría sonrojos. 

Vi el canto de la ranas
y el canto de los búhos,
se mostró la mañana
en la noche de embrujos. 

Recién yo había llegado
las brujas susurraron
un cuarteto encantado
y mis labios temblaron.

Vi un beso que se hizo
entre arriba y abajo:
un beso fue el hechizo
de su labio y mi labio. 

Recién yo había llegado
celebraron los pastos
y mi aroma sudado
se fue sin dejar rastro. 

Vi el halo de un perfume
saliendo de la tierra,
en ello se presume
una presencia nueva. 

Recién yo había llegado
las ramas y cortezas
extendieron sus manos
haciéndonos promesas. 

Vi manos, vi cariño,
camelando a los vientos:
viento, soplo de niño,
dándonos el aliento. 

Recién yo había llegado
me interné en el camino
de este mundo cambiado,
de este mundo divino. 

Vi milagros de Dios
en lo ancho de mi vista,
vi todo lo que soy,
vi a Dios siendo un artista. 

Recién yo había llegado
ya deseaba la muerte.
A Dios hube encontrado
y todo hacia Dios vuelve. 

Vi a Dios ahí en lo oscuro,
y ahí en lo oscuro a Dios,
vi el destino seguro,
vi que soy el que soy. 

Glauco

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