Presentación

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domingo, 26 de abril de 2020

El secreto de Simón Hart

Se tiene la impresión, en las más de las veces, que Julio Verne sólo es un novelista de ciencia ficción. La sentencia no es errada y la etiqueta le valió por la fama que adquirieron sus más conocidas obras. No todas están enmarcadas bajo un clima ficticio como figura central, pero con justicia se debe reconocer que la atmósfera de casi todas sus obras lleva ese aroma impregnado.

Una nueva aventura sucede en Ante la bandera, y ésta narra los sucesos trágicos del científico Tomás Roch, en voz del ingeniero Simón Hart. Al recorrer sus páginas nos adentramos en la travesía del paradero del ingenioso invento del científico francés, el Fulgurador Roch. Este personaje cae en la locura, quizá por el desprecio de su país y otras tantas naciones que rechazaron la suma por él consignada para su invento; o también terminó en la demencia por consecuencia de su maravilloso ingenio. Decidir la vía correcta está en manos del lector, y veremos por qué. Verne narra su paso a partir del sanatorio Healthful-House hasta la misteriosas cavidades del Back-Cup en las Bermudas. Pero, ¿y qué tiene que ver la bandera si todo gira en torno a este invento? Hay que ir un poco más despacio y fijar la mirada en ciertas peculiaridades de la novela.

Cuando a Tomás Roch se le encierra en el sanatorio también se le consiga un guardián, Simón Hart bajo el pseudónimo de Gaydón, con el fin de, en uno de sus ataques de cordura, hacerse del secreto del Fulgurador Roch. El alarde por este invento se debe a la magnitud de destrucción que posee. La nación que se apoderara de dicho artefacto se posicionaría como potencia sobre cielo, mar y tierra. Y como a Verne se le ha juzgado profeta de la ciencia, efectivamente alude a lo que nosotros ahora conocemos como la bomba atómica. No es incidental que para desplegar esta historia no toda se narre en tercera persona, sino que la mayoría trascurre por la notas que Simón Hart dejó como testimonio. Este detalle es muy significativo.

La narrativa es importante ya que, por un lado, se puede entender a la obra como toda la serie de eventos a partir del rapto de estos personajes de Healthful-House hasta su llegada a las Bermudas; por el otro, se puede ver como el trasluz de lo que el sentimiento patriótico envuelve de la mano con la ciencia, es decir, el vínculo de lo político y lo humano. El invento por sí mismo no es un arma destructora, es fruto del intelecto de una persona, que bien empleado puede significar avances que aseguren el mejor modo de vida para el hombre. Sobre este tenor hay muchas insinuaciones, pero el protagónico se lo lleva el Fulgurador Roch, pues su capacidad de destrucción se torna equivalente a los límites que un individuo puede llegar a hacer en aras no de su nación, sino de la humanidad.

Esto quizá resulte más claro con un ejemplo que se halla a nuestro alcance: Einstein y la bomba atómica. ¿No fue éste un científico alemán que realizó un arma de destrucción masiva bajo el auspicio de los Estados Unidos?, ¿traicionó a su patria?, ¿vendió su inventó para hacer el bien?, ¿hizo bien en crearlo? Él aduce que firmó una carta al presidente Roosevelt para estudiar la posibilidad de crear la bomba, ya que este invento a manos de los alemanes sería de peores consecuencias. Pero también dice fehacientemente que dependemos por completo de la sociedad en la que vivimos, por ende hay someternos a sus leyes (máxima socrática). Entonces, ¿no debió dársela a los alemanes? Ahí la presunta aporía del sentimiento patriótico que a veces choca con lo humano. 

Pues bien, en el caso de Tomás Roch no hay patria, su odio por ser rechazado lo mueve a realizar este artefacto para sí, bajo una ilusión, ya que es víctima de los planes trazados por su raptor. No obstante nada más sabemos de aquel personaje; en cambio, por el testimonio de Simón Hart sabemos que todas las peripecias que éste realizó para buscar su libertad no estuvieron encaminadas por el bien propio, sino por el bien mayor, la salvaguarda de la humanidad. Dejar a manos de sus raptores, fugitivos marinos sin patria, el secreto y la construcción de dicho artefacto, significaba el fin de la humanidad, causar su propia destrucción. Fijando la mirada, éste es su verdadero  móvil, el cual evoluciona día con día en un lugar que, cabe señalar, no es territorio de una nación, sino de la naturaleza en su bello esplendor, el islote Back-Cup.

Con ello, Verne pone en boca de Simón Hart que posiblemente antes de pertenecer a un país, (y por él dar todo, pues a él nos debemos) nos sometemos a las leyes naturales porque eso es lo que nos corresponde a todos, pues todos somos humanos. Tal es el caso que en el momento más tumultuoso de la historia, Tomás Roch se detiene a causa de ver  enarbolada la bandera de su país, como ese reconocimiento de lo que hacía en contra de su propia nación, hundiendo con ello su invento y a todos con él. Pero el testimonio de Simón Hart revela, momentos antes del final de la historia, que ese pedazo (de bandera) no sólo era un trozo de una nación, sino ese pedazo de lo que todos formamos parte, la humanidad.


Aurelius

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