Presentación

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jueves, 18 de junio de 2020

Vivir es descubrir

Los corazones de roca
se volvieron de madera,
en ellos las llamas chocan
y se encienden en la hoguera.

Se quemaban en la hoguera
las mujeres inocentes
y también las hechiceras
descubriendo a los dementes.

Los dementes no descubren,
sólo creen que han descubierto
lo que hay detrás de las nubes
en donde el cielo es abierto. 

El cielo se vuelve mar 
y las nubes en espuma
se transforman al llegar
a besarse con la bruma. 

Y descubre el marinero
que no navega las olas
sino que navega el cielo
del ocaso hasta la aurora. 

La aurora nos muestra el sol
y el ocaso muestra estrellas,
las estrellas soles son
y el sol se refleja en ellas. 

En ellas refleja sueños
el infante que las mira,
descubre que él es el dueño
de su paz y de su ira. 

La paz se convierte en guerra
y la guerra se hace paz,
en ambas queda la tierra
y no queda nada más. 

En la tierra hay suficientes
vidas para conocer,
unas son de hombres dementes
y otras de ingenua mujer. 

Las mujeres se dan cuenta
de su instinto maternal
sólo cuando al fin se encuentran
oyendo al fruto llorar. 

El fruto a veces navega
y a veces se queda en tierra,
descubre la vida nueva
cuando descubre que yerra. 

Yerra el joven en su amor
y lastima las entrañas,
comienza en el corazón
y culmina en las pestañas. 

La joven pronto conoce
que no todo sabe a miel,
que la caricia no es roce
y que el placer no es el bien. 

El placer se hace evidente
después de encontrarse oculto
y debe dársele muerte
cuando uno se vuelve adulto.

El adulto se descubre
madurando en esta vida,
pero cree que ya no sube
por sus constantes heridas. 

Las heridas son reflejo
del aguante del dolor.
El hombre queda perplejo
y ya no entiende de amor. 

El amor siempre evidencia
la razón de estar aquí,
nos hace tener conciencia:
vivir siempre es descubrir. 

Glauco

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