Presentación

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jueves, 16 de julio de 2020

La piadosa voluntad

¿Qué le hiciste, 
nuevo mundo, a la tierra antigua
donde nacieron los perros,
donde fueron los abetos
brote de la voluntad?
Le quitaste a los hombres
lo canino,
y a las plantas les diste 
movimiento. 

¿Qué le hiciste
a los hermanos primeros,
oh, nuevo mundo claro,
que sin amarse se fueron?
Solamente
se marcharon
por los caminos del mundo
que todavía no eran caminos,
eran trazos de la pena
de no saber
por qué,
¿por qué Dios ya no vela? 

¿Qué le hiciste al alma
de la libre señorita
que solía pasear
en los montes
de los ojos de un hombre bueno?
El hombre bueno
no es bueno,
no es hombre,
no es y no puede serlo
porque el alma de esa niña
ya no ama
como se aman las pequeñas cosas
bellas: 
sin querer saber de ellas. 

¿Qué le hiciste,
maldito mundo moderno,
al hombre
blanco, iluminado, negro?
¿Qué le hiciste a
la justicia ciega y la nueva vida?
¿Qué le hiciste a tanto
dolor?
Sé que no te lo llevaste
y que no hay piedad que valga
en esta vida adquirida,
también sé
sobre el hombre y he visto
que ya no es hombre,
ahora es sólo 
un muñeco. 

Jugamos a ser amantes
como juegan los amantes
a saber y a hacer amor.
Jugamos a ser hermanos
y hablamos,
pero decimos tan poco,
tan poco que el nuevo mundo
completa nuestra oración. 
No hay oración 
que no llegue al cielo,
pero el cielo ya no abre
con calma,
entonces lanzamos un trueno
y jugamos 
a asustar a los perros,
a los abetos,
a los que no tienen miedo. 

¿Qué le hiciste al mundo,
nuevo mundo?
Lo hiciste nuevo 
y mejor,
pero lo mejor no es bueno,
sólo es más lejos del mal,
más lejos de recrear
la piadosa voluntad. 

Glauco

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