para ser buen orador.
Para ser buen hablador
necesito hablar a diario
con seres imaginarios
y también con los reales.
Hasta con los animales
quiero hablar del infinito.
Quiero hablar como erudito
de palabras inmortales.
Digo algunas palabrejas
disfrazadas de cultura.
Vacías de literatura
y endulzando las orejas
mis palabras están viejas.
Lo que otros dicen yo digo.
Doy cascarilla por trigo.
La retórica es valiosa,
sirve para cualquier cosa,
hasta para ser amigo.
Me falta tomar en serio
las palabras en sí mismas,
dejar que dejen estigmas
empapados de misterio.
Me falta tener criterio
para hacer un buen discurso
rico en razón y recurso.
Sólo logro habilidad
para poder ingresar
a un raquítico concurso.
Digo algunas palabrillas
disfrazadas de hermosura,
pero lo hermoso no dura
como pa' ser maravilla.
Mi discurso es la cosquilla
que pasa duro y directo
sin mantener el efecto
de la alegría duradera.
Hablo de cualquier manera.
Es ese mi gran defecto.
Glauco
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