En un vientre fecundo se consume
un anhelo de vida luminoso.
Ilumina en el vientre nebuloso
hasta que por la herida se rezume.
De luz enardecida a simple lumbre
pasa el anhelo de la nueva vida,
de anhelo a hielo, siendo luego herida,
la luz de oscuridad y hiel se cubre.
Sin vientre, sin anhelo, sin ardor,
se queda el cuerpo siendo cuerpo hueco.
Un grito de dolor cantará el eco
de lo que alguna vez cantó el amor.
Legrar la carne con la voz del alma
es un sentir que nunca más se calma.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario