Algún día verás la tierra
quemarse y cuando eso pase
más valdrá que ames la guerra.
La paz de la guerra nace.
Levanta tu brazo y tu arma
por la causa que te abraza.
Pierde la paz y la calma.
La derrota te da casa.
Muérete junto a los tuyos,
los ajenos, hombres buenos.
Dale a tu muerte el orgullo
de dar un mundo sereno.
¡Qué se quemen nuestras leyes!
¡Qué se quemen los que temen
cambiar esclavos por reyes!
¡Qué las desdichas se quemen!
¡Qué se queme el que no lucha!
¡Qué se queme quien por paz
no está dispuesto a dar más!
¡Que muera quien sólo escucha!
Alguna día querrás justicia
y verás que adonde vas
no se llega con caricias,
sino con fuerza voraz.
Es bélico el ser humano
y quien no quiera pelear
que se cercene la mano
pues no sabrá acariciar.
La violencia es natural,
como es natural el llanto.
Llanto violento es real,
mermará nuestro quebranto.
¡Qué se mueran los silencios!
¡Qué se mueran los distintos!
¡Que mueran los hombres necios
que rechazan sus instintos!
¡Qué siempre muera la paz
porque La Verdad es guerra!
¡Qué venga el hambre mordaz
de ver quemarse la tierra!
Glauco
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