El alma humana no se escondía
para tu vela, papel y tinta.
Cuando te leo, te haces mi guía,
y me das una visión distinta.
Cuando te miro tomas mi mano,
vas y me llevas a no temer
que se me tome como un villano
que lo da todo por el querer.
Ya no pretendo que sean los otros
quienes destruyen la realidad.
Hoy creo que todos somos los monstruos
necesitados de caridad.
Ya no contemplo mi sufrimiento
como un fantasma devorador.
Ya no contagio con mi lamento
las venas donde fluye el amor.
En los malvados no veo animales,
ni veo guerreros de destrucción,
veo las espinas de los rosales
que también hacen bella a la flor.
No juzgo al mundo por su pecado
ni por su forma de caminar.
Divino mundo bello y amado,
del juicio nace la sed de amar.
¡Oh, viejo ruso, tú me pusiste
frente a los ojos una alabanza
de amor en todo lo que escribiste!
¡Me reanimaste con la esperanza!
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario