Presentación

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miércoles, 24 de marzo de 2021

La enmienda

 

Había un niño que miraba

tras la ventana un jardín

natural lleno de rosas

con pétalos de satín. 

También vio tras la ventana

a la niña más hermosa.

Sólo podía imaginarse

regalándole una rosa.


Diario, tras de los cristales,

esperaba a que por fin

aquella niña pasara

de nuevo frente al jardín. 

Un buen día la vio a lo lejos

y fue a arrancar una flor,

para, con todo respeto,

poder declarar su amor.


Esa flor le abrió la puerta

para que una procesión

de flores para esa niña

llegara a su corazón. 

Después de tantos racimos

la niña se hizo mujer,

se hizo todo un hombre el niño

y se pudieron querer. 


La boda fue en el jardín

y de flores careció,

pues después de tantos años

el niño a todas mató. 

Y aunque causaron encanto

en esa niña mujer,

también le causaron pena

por ese pueril querer. 


Ella no tenía consciencia

del amor mutilador.

No sabía que lo que mata

puede ser también amor. 

Sin embargo, se dio cuenta

de que aquello recibido

propició que en su cariño

se fraguara un estallido. 


El jardín tomó su forma

por gracia del fuego aquel. 

Con la última de las rosas

renovó el jardín con él. 

Ella le dice "te amo"

y él le dice "te quiero". 

Ella mira en la ventana

con amor al jardinero. 


Glauco

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