Siempre que pienso en ti me siento tan vulnerable,
como si el llanto desbastara mis huesos y mi carne.
Siento cómo tu corazón
anda saltando
en todo el mundo y me llama,
me dice que lo busque,
que lo encuentre,
que lo siga,
que lo abrace,
que le dé una moradita en un pedazo de mí.
También siento una palabrería
infinita
que no sé decir,
no sabe cómo salir y ahuyentar la maldad alrededor…
Tu amor mitiga los dolores de la historia,
toda la incapacidad
de creer en algo más.
Le hablo al viento y lo envío a bailar cerquita de tu oído,
sin estallar,
sin volverse tornado, pero volviéndose
voz que te susurre el sustantivo arcano que yo no puedo pronunciar,
pero
que la naturaleza sabe ese misterio celestial.
Te he querido desde que te vi,
estabas envuelta en colores,
ya sin un mundo filmado en gris,
estabas ahí y llegaste a vivir aquí.
¿Dónde es aquí?
Aquí
en la maravilla que se levanta en mi esternón
y me quita la respiración
y me saca un canto nuevo,
un trino de dragón,
una infancia milagrosa para la eternidad.
Te he amado desde ahora
y un ahora será siempre.
Sólo espero que algún día pueda compartirte la razón de la creación
que nos une
y nos unió
en los primeros padres, en los primeros genes, en los primeros eslabones, en las primeras letras… En el Aleph.
Te amo.
Glauco
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