divino que cedió a sí mismo el verso,
me quedo con aquella: el universo,
la paz, la vida, el mar, el firmamento.
De todas las palabras sólo hay una
rodeando todo el astro de la historia:
el ansia, la minuta; la memoria
que ronda, del sentido, la laguna.
En el principio el logos dijo “Se haga
la luz” y en ese pronunciar se hizo.
Hay luz y logos porque Dios lo quiso
al darse para sí la eterna llaga
de hablar, legándonos, así, el misterio
de ser sin padecer el cementerio.
Glauco
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