y otro día en que el ataque era caricia.
Hubo un día en que la sangre fue delicia
germinante del hombre por la tierra.
Y en un hueso, unos ojos, unos dientes,
una vena, un latido una pestaña,
hubo un algo que todavía nos daña
a pesar de las llamas indolentes.
En besarnos y darnos vida entera,
en la aurora y los viejos manantiales,
en los mangos y en fieros animales,
en la tundra, en la fe y la primavera,
hay un qué que resiste al movimiento,
escondiendo lo bello en lo violento.
Glauco
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