parece que padece del destello
del yo que al otro lado me vigila.
Padezco de su vista el atropello,
me juzga, me critica, me desgarra,
me acaba recogiéndome del cuello.
Me dice que ejecuta la guitarra
y encuentra entre los libros un amigo
(Avito Carrascal; Violeta Parra);
me dice que en la calle hay un abrigo
que no le quita el frío ni lo calienta,
tan sólo es un traslúcido testigo;
me dice que la soledad lo inventa
y no tiene más nada que su vida.
Padezco del reflejo que me alienta
a ver en ese otro una prendida
vela de reflexión, de un ego ajeno,
arché de lo que soy y su estampida.
En un ojo febril, verde y sereno
se tallan los destellos de manila
que me hacen comprenderme como bueno
cuando me veo delante, en mi pupila.
Glauco
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