es estrecho porque esconde
cuándo, cómo, cuál y dónde
puede encontrar su provecho.
Y sin puertas en el pecho
del humano, el corazón
se vuelve caparazón
que resguarda los errores
pero también los mejores
momentos de la pasión.
Sin embargo, los humanos
no sabemos del querer,
nos doblega el padecer,
el calor de los veranos,
la llaga de los ancianos...
Todo es convertido en fuego
artificial para luego
confundir el carnaval
con la desdicha. Es igual
la falsedad al dios griego.
El Rey Momo se ha burlado
del dios que no puso puertas
en el hombre y dejó abiertas
las dudas, de lado a lado.
El corazón se ha cerrado
con un candado de plomo
para que, ni por asomo,
nadie lo pueda mirar.
Habrá que aprender a hablar
con la llave del Rey Momo.
Glauco
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